Así tiembla un corazón ante el amor,
como si sintiera la amenaza de su fin.
Porque ahí donde despierta el amor,
muere el Yo, el oscuro déspota.
Rumi.
Mujeres cósmicas (Amazon, 2011) es la propuesta con la que su autora, Hilda Yaneth Sotelo*, arriba al árido escenario de la literatura regional del norte. Los más inquisitivos podrán preguntarse ¿por qué regional? Porque con esta propuesta, su autora no espera, no esperó a que alguna editorial le diera respuesta adversa a sus deseos. Ella se arriesgó a la autopublicación, y bueno, ha realizado un arduo trabajo promoviendo ella misma su obra. Pero, ¿de qué va la historia? Siento que es necesario mencionar la información de la contraportada, con el propósito de situarnos en una sana comprensión al debate, lo que se dice que encontraremos en el libro y lo que interpretarán los lectores, dice:
Once mujeres herederas de una extraña fortuna que les transfiere poderes de toda índole, juegan un partido donde aparentemente no existen las posiciones, la competencia ni las reglas. Los artefactos típicos de un encuentro de fútbol son sustituidos por las largas conversaciones. Los hallazgos emanados de las supuestas contrincantes permiten que la cancha sea abandonada con la sensación de confusión, nadie pierde, nadie gana, los juicios han cambiado. Mientras corren pateando las esferas que forman las palabras descubren caminar, respirar, contemplar, experimentar, aceptar la derrota, soltar, aprender y amar. La red de la meta cede convirtiéndose en una puerta de perfectas dimensiones que las llevan a mundos paralelos previamente trazados por sus Dioses interiores. El gol regresa a sus atribulados corazones, corazones condicionados desde el inicio de su creación, corazones que estallan formando símbolos atípicos del amor. Poco a poco cada personaje encuentra planos movedizos en el pasto, que lo lleva a los trofeos bañados en oro. Con admiración descubren que la herencia dejó de ser extraña y la convierte en alegres fortunas que viven jugando.
En mi caso, encontré un mundo femenino expuesto al revés y al derecho; mujeres traicionadas, insatisfechas, engañadas y engañándose en su búsqueda constante del amor. La historia no es lineal, los hechos acontecen en un espacio disperso: pasado, presente y futuro. La narración se interrumpe, da giros y se impacta contra un murmullo de pensamientos y acciones de difícil comprensión. Es una novela con tintes regionales porque en ella abundan calles y sitios de recreación conocidos por los juarenses. También es cosmopolita, las protagonistas rescatan visiones de vidas anteriores como brujas y hechiceras en el viejo continente. Oaxaca, Puebla y otros lugares turísticos fungen también como escenario. El infaltable tinte de violencia, feminicidios, narcos y amenazas contra periodistas, recibe aquí un tratamiento distinto (se agradece, es una bocanada de aire fresco). Las múltiples voces femeninas causan la impresión de provenir de la misma protagonista, pero puede resultar un engaño: yo soy tú, tú eres yo. Los arquetipos femeninos están trazados, casi imposible escapar a la identificación con alguno. Si la propuesta de la autora con su ópera prima, es atrapar el mundo de los sueños donde la realidad que deseemos puede materializarse, ¿de qué manera? Desprogramando la forma en que interpretamos y nos fue enseñado el universo, el mundo y sus cosas. Buena propuesta. He visto algo parecido en movimientos artísticos como: el Dadaísmo, el surrealismo, la escritura automática e incluso en la Nouveau roman, cuya característica a grandes rasgos fue el cuestionamiento de la novela tradicional decimonónica. Porque ya no hay sentido (según sus precursores) escribir novelas lineales, con personajes clásicos, una trama, un inicio, un desarrollo y un desenlace. Abogaron por una literatura más introspectiva. La tiña en contra de la descripción de los personajes, es por la predisposición mediatizada, los prejuicios ideológicos, y por ende la explotación de los flujos de conciencia predeterminados. El interesante fluir de la consciencia que tan maravillosamente maneja un Antonio Lobo Antunes (Portugal, 1942), por ejemplo.
No puedo dejar de mencionar el Taller de Literatura Potencial OuLiPo (París, 1960) cuyos fundadores Raymond Queneau y Francois Le Lionnais buscaron la manera de hacer una literatura experimental partiendo de las constricciones. A diferencia del movimiento surrealista que enfocaba sacar su materia prima del subconciente, OuLiPo buscó nuevas estructuras en las matemáticas. De ese taller oulipiano emerge uno de los más destacados escritores representativos del movimiento, George Perec (1936-1982), sociólogo de formación, pionero del Puzzle aplicable a la escritura creativa como juego, un claro ejemplo es La vida instrucciones de uso libro publicado en 1978.
En Mujeres cósmicas la desprogramación me resulta confusa. Irónico que sus protagonistas traten de alejarse de la interpretación arcaica del mundo cuando lo único que hacen es agotar hasta el cansancio la palabra, y con ésta, la condena de no poder escapar de la locura de nombrarlo y analizarlo todo. A pesar del esfuerzo de la voz principal de aconsejarles soltar y dejarse manifestar de la manera más orgánica posible. A la escritura le faltan silencios, espacios, vacíos que no reciban los rellenos verbales (como esos silencios imprescindibles en una pieza musical de Chopin). Donde el lector se permita hacer su propio trabajo. Considero que la propuesta es interesante sólo con la técnica adecuada, no importa que algunos lo desdeñen por considerarlo “una imposición por las corrientes del pensamiento mejor posicionadas en las telúricas pirámides de nuestro tiempo.” Todo sea por una mejor comprensión del texto, de tal manera que la propuesta literaria pueda beneficiar al lector.
La voz narrativa está en primera persona. Las mujeres aparecen perseguidas, acosadas por la culpa, por esa culpa ancestral que el sistema patriarcal permea en el mundo y siembra como una mala semilla en el interior femenino. Reencarnación, Samsara o eterno retorno, de una existencia tras otra:
Arline se convirtió en guía. Los aromas y las voces dentro disolvieron los temores. La memoria se activó cuando se recostaba envuelta en el calor, y los sonidos, los eternos sonidos que fueron traídos del año 1000 dC. Ahí se vio, era una doncella a punto de ser sacrificada en honor a los Dioses. Logró escapar de su verdugo con rostro de su ex marido.
Lucy, la presencia maléfica, la serpiente milenaria omnisciente, todo lo juzga, sonsaca, incita, tortura, manipula; interviene en la mente de esas mujeres, criticando la manera como viven, piensan y sienten. Lucy sabe lo que le conviene a cada una, omnipotente ante la humanidad frágil, podrida e ignorante. Diría que es el personaje más rescatable del resto.
En el proceso de abrir puertas, abrir la consciencia, prepararse para una limpieza cuyo propósito podría ser la desprogramación de patrones, se corre el riesgo, también, de quedar atrapado en una parte desconocida de nosotros mismos, que según estudiosos del tema, siempre estuvo ahí, sólo que nos habíamos resistido en reconocer. El nuevo ser revelado crea otro estado que, en ocasiones no libera, aprisiona, socava. Es el riesgo de tan osada travesía. El juego de espejos, del doble o el Doppelgänger factible de interpretación que cada quien pueda dar a la historia –pues ya lo dije, al no contar con una estructura que refuerce la trama- obliga al lector volver paginas atrás sin sacar mayor provecho, entregándose a un simple juego de adivinanzas, en el mejor de los casos.
Sin embargo, el lector que llegue preparado para iniciar el viaje de manos de la lectura Mujeres cósmicas entrará a un laberinto en el cual recorrerá los pasadizos del bagaje acumulado por sus procesos empíricos, lecturas y reconocimientos que no lo dejarán ajeno al tema: ocultismo, metafísica, Hooponopono, sanación del niño interior, el significado de los sueños, la llama violeta, chamanismo y filosofías orientales, Nueva Era, ciencia ficción, lo paranormal, realidades paralelas y/o estados alterados de la conciencia que provocan algunas drogas psicotrópicas como el peyote o la ayahuasca (por ser de uso ritual y sagrado), etcétera. Es entonces que puede surgir una pregunta ¿es Mujeres cósmicas un libro para eruditos? Yo respondería que es un libro para mentes sin prejuicios.
La realidad en la ficción, ¿y la ficción? Se sigue escribiendo. Mujeres cósmicas inició con 256 páginas. La nueva versión que me envió su autora ya lleva 387. Así lo especificó cuando le pregunté cuánto había durado el proceso: El proceso o experimento inicia en junio del 2010 y termina con la última modificación que le hice a la novela en noviembre de 2015.
Si no fuéramos conscientes de que el proceso de la escritura creativa es libertad, de manera simplista asumiríamos que la historia de Mujeres cósmicas es un regodeo de intromisiones, traiciones, deducciones y fantasías desbordadas en la vida social y circulo inmediato de la protagonista. Es el juego dentro del juego. Que lo mismo es hombre que mujer. Ente amorfo, camuflado en los múltiples personajes que describe. Como en un denso viaje con ayahuasca o LSD, o similitudes con esos personajes inventados por pacientes en el diván de un consultorio psiquiátrico. En las últimas páginas nos confiesa:
Según ellas ya salieron del juego. I do not think so, este juego es mío, yo lo he creado, las reglas las pongo yo y quién entra y sale depende de mi voluntad. Cartas, cartas, cartas, Eloisa, Sally, Ileana, Diamante, cartas, cartas Diana, Ysla, Edgar, Juan, Ariel, Francis, cómo si me importara saber qué piensa la bola de absurdos. Las personas me tienen harta; no saben nada de sus propias vidas y asumen saber de la mía, vengan desahoguen sus frustraciones, vomiten hasta que encuentren sus propia linerna mágica, su faro.
¡Abracadabra! el hechizo está roto. La autora, probablemente, desde su sillón café Luis XV, rendirá sus deseos en convertir a las Mujeres cósmicas en una historia sin fin. Quién quita, y su ópera prima se convierta, con el paso del tiempo, y gracias a pócimas, mágicos conjuros y a la sincronía de realidades paralelas, en una preciada reliquia que la inmortalice cumpliendo así su deseo de llegar a los millones de lectores:
Agradezco a las mujeres de la frontera Ciudad Juárez- El Paso por encender la llama de la imaginación durante la escritura de este libro. Agradezco a mi madre cuyo amor y paciencia destrabó el embrujo de algunos de los personajes. Y mi agradecimiento infinito a los millones de lectores.
*Hilda Yaneth Sotelo Aguirre nace en Monclova Coahuila el 13 de abril de 1972, actualmente estudia el doctorado en Educación y Cultura en la Universidad de Texas en El Paso. Su biografía, datos y otros escritos se localizan en el planeta Internet.
JuárezDialoga ha invitado a colaborar a Consuelo Sáenz. Consuelo, dice de sí misma: Mi formación es la sociología. Realicé la maestría en Educación, Investigación y Docencia, por puro capricho. Mi pasión: el género biográfico y la entrevista. Actualmente colaboro para los portales de cultura y periodismo literario Rancho las voces y La libreta de Irma. Escribo, experimento y publico donde me dejen. Abrí mi blog por consejo de Cesar Silva Márquez y de Sanjuana Martínez (el primero me lo sugirió por ironía y la segunda por verdadera camaradería), ambos tenían razón: escribir sin autorización de nadie. Arrieros somos y en el camino andamos.