López Obrador lo dijo, se lo sacaron de contexto y fue uno de los obuses que más utilizaron para atacarlo en 2006. La mayoría del PRI y de sus satélites –pues ni siquiera vale la pena consignar sus siglas- no lo dicen, lo hacen: con sus votos abyectos están mandando al diablo lo que restaba de institucionalidad en Chihuahua.
Lo que acaban de consumar con la Comisión Estatal de los Derechos Humanos es contradictorio en la realidad y en los términos. Reeligen al presidente de la comisón “no autónoma”, es decir, de la supuestamente anterior, pero la garantía básica de su autonomía –junto con la presupuestal- que es la de elegir a alguien realmente independiente del Ejecutivo, sin compromisos con el gobierno, la desecharon en cinco minutos. Además, el mandato que tenían desde la Reforma Constitucional de 2011 que introdujo a la Carta Magna el concepto de Derechos Humanos era que a las comisiones estatales les dieran autonomía, no que hicieran nuevas pero con los mismos moldes viciados.
Así, gracias el PRI y sus aliados están mandando al diablo no sólo la autonomía, sino también la legitimidad, la credibilidad y la propia Comisión (para) Estatal de los Derechos Humanos. Cero y va una.
Antes, desde que tuvieron una confortable mayoría en el Congreso, los diputados tricolores abiertos o embozados se echaron al plato al ICHITAIP. En la primera oleada de consejeros se les escapó primero una y luego otro que de verdad se creyeron eso de la transparencia y el acceso a la información pública. Primero emprendieron contra ellos, utilizando las plumas a sueldo, toda una campaña de ataques y desprestigio. Ya preparado el terreno con la labor de cañoneo, lanzaron la invasión: el segundo ICHITAIP estuvo como el Congreso: mayoría absoluta de priístoides y minoría de panistoides. Ningún o ninguna representante independiente de partidos o propuestos por organizaciones de la sociedad civil. Pero no era suficiente: para tener una mayoría automática era necesario meter sólo consejeros incondicionales. Y cuanto peores calificaciones sacaran en el examen de conocimientos y competencias, mejor, pues más incondicionales serán de quienes se portaron barcos para darles en charola un puesto que no se ganaron.
Así, gracias a la mayoría de la LXIII Legislatura al ICHITAIP se le quitaron los dientes, las garras y las uñas que alguna vez pudo asomar. Una institución que nos sale a los contribuyentes más cara que el túnel veneciano de la Independencia o las montañas rusas de la avenida la Cantera o los cuellos de botella de los pasos a desnivel todos juntos, se ha vuelto prácticamente inútil para quienes solicitamos información pública. Cero y van dos.
No pararon ahí. Apenas el jueves 10 de abril arremetieron legisladores tricolores y aliados –por instrucciones del gobernador, (diputada dixit)- contra el sabio y fundamentado amparo de la justicia federal otorgado por el Lic. Cuenca Zamora, Juez de Distrito, les valió gorro a los muy jurisconsultos legisladores tricolores y volvieron a elegir como consejeras propietarias a las tan incondicionales como mal calificadas consejeras previamente depuestas.
El Juicio de Amparo, una de las instituciones pilares del sistema jurídico mexicano fue poca cosa para los complacientes ardores de los legisladores a su gobernador. Lo aventaron por el mismo caño que el ICHITAIP y la CEDH.
El asunto es que no sólo son esas tres instituciones las que han mandado al diablo en Chihuahua: es también la separación de poderes, fundamento teórico, jurídico y práctico de la democracia republicana; es nuestra misma Constitución la que los tres poderes que deberían salvaguardarla como lo protestaron, la que están vulnerando todos los días con sus resoluciones y decisiones.
Y cuando las instituciones y la legalidad se mandan de esta manera al diablo, lo que queda no tiene otro nombre más que Estado de Excepción.
JuarezDialoga ha invitado a Víctor M. Quintana S. como colaborador articulista por su amplia trayectoria al participar en diversos movimientos sociales, como el Frente Democrático Campesino (FDC) y el Barzón, entre otros. Porque como académico ha publicado los libros: ‘Movimientos Populares en Chihuahua’, en coautoría con Rubén Lau Rojo, UACJ 1991;’Elecciones con Alternativa’, libro Colectivo, La Jornada Editores, 1993; ‘Familia y Trabajo en Chihuahua’, en Coautoría con Luis Reygadas y Gabriel Borunda, UACJ 1994; ‘México Una Agenda para Fin de Siglo’, libro colectivo, La Jornada Editores, 1996.