Hace unos días me llegó una invitación a firmar una petición para los directivos de la Universidad de Harvard solicitando que Felipe Calderón no sea contratado en dicha institución. Desde luego firmé e invite a firmar a pesar de la seguridad de que la petición que logró más de 13,000 firmas de respaldo, no sería atendida. La petición lanzada originalmente por Eduardo Cortés Rivadeneyra expone dentro de los motivos por los cuales Calderón no debe dar clases en Harvard, que:
“Felipe Calderón disparó la deuda pública en un 122%, según SHCP; sumó 7.3 millones de pobres, según CONEVAL; tiró a México 33 lugares en el Índice de Corrupción, según Transparencia Internacional; México es el último lugar en calidad educativa, según la OCDE y su fallida guerra dejó más de 100 mil muertos y 25 mil desaparecidos, según México Evalúa y el listado de la PGR, publicado por The Washington Post”.
Según Eduardo Cortés, Harvard debería de ser congruente con sus principios y no contratar a un mandatario que “dejó a su país devastado”. Mientras leía la exposición de argumentos en la petición no podía dejar de pensar porque Calderón es en realidad ¡¡una gran contratación para Harvard!! ¿Acaso no es Harvard donde se educó a los mandatarios, empresarios, banqueros y funcionarios latinoamericanos neoliberales que luego fueron a devastar sus países? La doctrina económica neoliberal se aplica de una forma esencialmente hipócrita. Entre sus principios se lee para que funcione la economía capitalista, debe existir en la sociedad una “sana desigualdad”, lo cual implica una taza importante de desempleo que mantenga a raya el poder de los trabajadores y que el Estado se retire de la seguridad social. Los Estados deben quedar flacos y débiles ante el gran capital, pero fuertes y represivos ante los trabajadores y la población en general. Desde luego todos los políticos neoliberales se presentan como los heraldos del empleo, la igualdad, el combate a la pobreza y la seguridad, promesas que nunca se cumplen.
Ahora sabemos porque Calderón va a ser contratado en Harvard, donde las buenas conciencias ven vicios de la gestión calderonista, Harvard ve virtudes. Calderón desde el punto de vista del sector de la clase dominante que controla Harvard, no es el presidente de la “guerra fallida” y los “más de 100 mil muertos y 25 mil desaparecidos”, es el presidente que aplicó un exitoso proyecto de extender una versión nacional mexicana de la doctrina “guerra contra el terrorismo” impulsada por el Consenso de Washington y llamada “guerra contra el crimen”. Estos tipos de guerra, se distinguen porque al señalar a un enemigo difuso como “los terroristas” o “los carteles”, que pueden actuar dentro y fuera del territorio, varían, mutan, se recomponen, pero sobre todo no tienen rostro, le dan al Estado la coartada perfecta para hacer una guerra sin cuartel, sin leyes y sin límites. Son ideales para imponer estándares de violencia aceptados por la sociedad en base a políticas de terror, militarizar las ciudades y los caminos, restringir los derechos de la población y asesinar luchadores sociales y periodistas. ¿Acaso no son estas nuevas guerras el contexto necesario del neoliberalismo en estos tiempos de crisis capitalista global? Además Calderón, logró contener el descontento social provocado por la guerra en base a una bien orquestada estrategia de diálogos y efectos mediáticos, garantizando la continuidad del modelo guerrerista con Enrique Peña Nieto. Quien puede entonces negar que Calderón va con el espíritu de Harvard. Tal vez su curso se llamé: El principio del haiga sido como haiga sido: una aportación mexicana a la filosofía política del Nuevo Orden Mundial. La única razón por la que Calderón no tiene un 10 limpio según los criterios de Harvard, es porque no logró la privatización del petróleo y amarrar las llamadas reformas estructurales en México.
Debemos estar en contra de la contratación de Calderón en Harvard, pero no porque nos importe mucho la reputación de Harvard o porque pensemos que Harvard nos va a escuchar. Debemos hacerlo porque las acciones políticas que han causado males y dolor al pueblo mexicano deben de alguna manera castigarse, porque la gestión criminal de Felipe Calderón no debe quedar impune. Firmar para que Calderón no consiga trabajo en Harvard más que una acción realista para mí, es un movimiento político y simbólico que tiene un propósito de denuncia y desenmascaramiento de la gran complicidad que hay entre hombres de Estado, señores de la guerra, el gran capital y “prestigiosos” centros de educación burgueses. Es una forma de recordar para la historia.
JuárezDialoga ha invitado a Gerónimo (Gero) Fong por su indudable compromiso con el activismo social y político. Gero, participa en diferentes organizaciones de izquierda desde temprana edad. Es estudiante de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ) y actualmente, colabora entre otros organismos, con el Frente Plural Ciudadano de Ciudad Juárez y el Comité Universitario de Izquierda.