Ciudad Juárez, a partir de las guerras libradas por los Estados Unidos en que esta ciudad ofreció turismo de recreación a los soldados acantonados en Fort Bliss, ha visto como se ha venido construyendo la leyenda negra de ciudad de la perdición que la ha hermanado a la mítica Sodoma.
La leyenda de Sodoma nació de la imaginación de algunos judíos y fue escrita hacia el S. VI antes de nuestra era. La versión Latinoamericana aclara que la visión de las ruinas de una ciudad a orillas del Mar Muerto, probablemente destruida por un terremoto, dio origen a esa narración bíblica.
Originalmente se entendía que los pecados de Sodoma habían sido el orgullo, la acumulación de riquezas y la negación de la atención a los extranjeros. El profeta Ezequiel (16, 49-50) dice de Sodoma:
“Éste fue el crimen de tu hermana Sodoma: orgullo, voracidad, indolencia de la dulce vida tuvieron ella y sus hijas; no socorrieron al pobre y al indigente, se enorgullecieron y cometieron abominaciones ante mí: por eso las hice desaparecer, como tú viste”.
Durante siglos ésta fue la interpretación del pasaje de Sodoma, es decir, nada tenía que ver con cuestiones sexuales o con la diversión de los soldados bailando en bares y cabarets.
En los textos bíblicos la palabra abominación, dicen los estudiosos del tema, está relacionada con el culto a dioses extraños, no a conductas morales. Todo el libro de Levítico está lleno de la prohibición de abominaciones, como:
De entre todos los animales que viven en las aguas, podréis comer éstos: cuantos tienen aletas y escamas sean de mar o río, los podréis comer.
Pero serán cosa abominable para vosotros todos los que carezcan de aletas y escamas, entre todos los que bullen en las aguas, en mares y ríos, y entre todos los demás animales que viven en el agua (Levítico. 11, 9-10)
Si comer camarones, ostiones, pulpo, calamares, almejas, mejillones y otros animales acuáticos es tan “abominable” como otras situaciones que menciona el Levítico, ya vemos qué tan en serio pueden tomarse el día de hoy esas escrituras para reprobar una conducta sexual en particular.
Cuando Jesús menciona a Sodoma, lo hace en relación con la hospitalidad (Mateo 10, 13-15):
Y si no se os recibe ni se escuchan vuestras palabras, salid de la casa o de la ciudad aquella sacudiendo el polvo de vuestros pies.Yo os aseguro: el día del Juicio habrá menos rigor para la tierra de Sodoma y Gomorra que para aquella ciudad.
Con el advenimiento del capitalismo, poco a poco, fue estableciéndose en el imaginario popular la idea de que los habitantes de Sodoma cometieron faltas de tipo sexual, específicamente de hombres contra hombres. Seguramente la interpretación de que el pecado de sodomía estaba relacionado con la falta de generosidad y acumulación de riqueza no era grata a los oídos de los ricos.
Basta leer el texto (Génesis 19) de manera desprejuiciada, como se lee cualquiera otra narración, para darnos cuenta que los habitantes de Sodoma, todos “desde el más viejo hasta el más joven” rodearon la casa de Lot con la intención de violar a los dos jóvenes huéspedes.
Cualquier persona medianamente instruida sabe que hay violadores de hombres que son heterosexuales; sucede, desgraciadamente, en muchas circunstancias. Confundir a violadores de hombres con la homosexualidad y tomar como pretexto ese evento para reprobar la condición de las personas homosexuales y negarles sus derechos humanos sería como asegurar que la heterosexualidad es moralmente reprobable porque hay hombres que violan a mujeres: absurdo.
Por otro lado, una estrategia hermenéutica muy usada consiste en comparar la conducta de diferentes personajes en situaciones similares. En el capítulo anterior (Génesis 18) vemos a Abraham, el padre de la fe, quien recibe con honores a los mismos jóvenes y se pone él mismo a servirles. Como lo hace Lot en Sodoma.
Mientras Lot ofrecía su casa y alimentos a los jóvenes viajeros, es decir, era hospitalario con ellos, los habitantes de esa ciudad pretendían tratarlos como prisioneros de guerra, negándoles no solamente la hospitalidad, sino haciendo exactamente lo contrario a lo que convenía hacer con quienes venían de otro lugar exponiéndose a múltiples peligros.
En el siglo XXI en que los derechos humanos son tomados cada vez más en serio, en que hay países y ciudades donde el matrimonio entre personas del mismo sexo, que ha existido siempre, es reconocido legalmente, resurge el terror primitivo y el recuerdo de la leyenda con su fuego del cielo que cae sobre Sodoma y la reduce a cenizas vuelve a aparecer para atemorizar a un número cada vez más reducido de personas, casi nada más a las fanáticas y a quienes sufren de grave homofobia.
JuárezDialoga invita a Efraín Rodríguez a participar como articulista por su compromiso con la sociedad de Ciudad Juárez. Efraín es maestro en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez y entre otros, ha incursionado desde hace muchos años en los medios de comunicación participando en una variedad de temas, pero sobre todo, para desde su profesión como sexólogo promover la aceptación de la diversidad sexual.