Ciudad Juárez, de haber sido considerada una ciudad paradójica, donde conviven una pujante industria maquiladora y la pobreza de vastos sectores de su población, se transformó en tan solo cuatro años (2007-2010) en una ciudad sitiada, abandonada y pulverizada.[1]
Una mirada rápida por cualquiera de sus rumbos da cuenta de un nuevo paisaje urbano, esculpido por el efecto combinado de varias formas de violencia: criminal, institucional y estructural. La presencia de contingentes militares, cámaras de vigilancia, retenes, acordonamientos de calles que han sido escenarios de asesinatos, fachadas de instalaciones comerciales incendiadas, viviendas deshabitadas objeto de pillaje, y mantas, espectaculares, bardas, parques públicos y cementerios pintados con mensajes de diversa índole, se confunden en un nuevo y caótico paisaje donde se desenvuelven una nueva normalidad y vida cotidiana.
Tales, son las imágenes de un espacio público desmantelado por el que se desenvuelve una ciudadanía acaso nunca desarrollada a plenitud, que ha sido reducida a su mínima expresión bajo la vigencia de un “Estado de excepción”.
Es esta una situación sobre la que todo mundo habla y opina en las calles, hogares, restaurantes, escuelas y espacios públicos, produciendo y reproduciendo discursos sociales que a fuerza de repetirse se tornan hegemónicos o alternativos, complementarios o contrastantes, según los expresen autoridades, empresarios, líderes religiosos, activistas sociales, académicos y periodistas, entre otros, o según los medios que se elijan para comunicarlos, sean las calles, bardas y la protesta social, o bien espectaculares y medios de comunicación masivos, electrónicos e impresos.
Por tanto, al constatar esta pluralidad de voces y las maneras en que se manifiestan, surgen algunas preguntas:
¿Cómo se plasma esta discursividad social sobre la violencia y militarización en el paisaje urbano? ¿Qué tipo de procesos sociales estructurales están ocurriendo y se expresan través de dicha discursividad? ¿Qué modelo de ciudad y nociones de espacio público se han gestado en torno a la violencia y el proceso de militarización implantado para enfrentarla?
En suma, ¿cómo se puede tipificar el nuevo paisaje urbano y la nueva configuración social y espacial de la ciudad?
Estamos en un momento en que se vuelve imperante ofrecer una interpretación sobre los modos en que violencia, militarización y discursos sociales se combinan y moldean el paisaje urbano en Ciudad Juárez.
Para tal efecto, es necesario comprender la manera en que violencia criminal y políticas de seguridad producen mensajes que confunden, atemorizan e inmovilizan a la sociedad. Entender lo que provocan los pronunciamientos de las autoridades de los niveles de gobierno local y estatal y sectores del empresariado, sobre las causas de la violencia, la manera de enfrentarla y el papel del Ejército Mexicano y la Policía Federal Preventiva (PFP) en esta coyuntura.
También, acercarse a las opiniones, consignas, denuncias y demandas hechas por organismos o diversos grupos de la sociedad civil sobre estos temas. Pero sobre todo, observar el papel de las fuerzas armadas, la PFP o el programa multisectorial “Todos somos Juárez” promovido por el gobierno federal para dar una respuesta integral a la llamada crisis de seguridad; así como la inserción y consecuencias del actuar de la USAID (Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional) en el marco de la cooperación a través de la Iniciativa Mérida entre Estados Unidos y México en Ciudad Juárez.
Por ello, de esta diversidad de pronunciamientos y modos contrastantes de percibir la realidad, se destacan las continuidades, transformaciones, reposicionamientos y contradicciones, así como las “huellas físicas” en el espacio público de la ciudad que contribuyen a la gestación de un paisaje urbano que, visto de manera panorámica, arroja la imagen de una ciudad sitiada y en proceso de abandono, que sufre entre otros, una dinámica acelerada de guetización y pulverización social.
[1] Este artículo de opinión, presenta parte del proyecto “Militarización, barreras y vida cotidiana”, que estudia principalmente los efectos de las políticas de seguridad expresadas en un proceso de militarización, en la vida cotidiana (movilidad, familia, trabajo, escuela) de los habitantes de Ciudad Juárez. Además de lo anterior, estudia también los cambios en el paisaje urbano, la reconfiguración del espacio público y ciudadanía y la alteración de las interacciones y vida transfronterizas en las regiones de Ciudad Juárez-El Paso y los Nogales, Sonora y Arizona.
JuárezDialoga ha invitado a Héctor Padilla a colaborar por su trayectoria académica como estudioso de Ciudad Juárez y el tema de la frontera. Así mismo, por su contribución y reflexión sobre el tema específico de la cultura. Héctor, también como académico ha apoyado en distintos momentos diversos movimientos sociales y fue co-fundador del Movimiento Pacto por la cultura.