Por: Santiago González
Sorpréndome y admírome de tanta devoción que últimamente se puso a las afirmaciones de la Real Academia Española, estas por casualidad, relativas a una consulta sobre la inclusión del “las y los” como medidas para eliminar la exclusión y sexismo en el lenguaje, donde la RAE las calificó de “desdoblamientos artificiosos e innecesarios”. Seguro estoy de que quienes compartieron la nota lo hicieron por amor a la correcta expresión y buen decir, y nunca me atrevería a pensar que su improvisado interés por la Academia, pudiera partir de ese ánimo fregatorio de compartir notas que contradigan, refuten las luchas, muchas de las ocasiones con información incorrecta, discriminatoria o falsa, pero siempre en contra de los avances en los derechos de los grupos vulnerables.
Caso similar pasó con la nota milticompartida sobre el Tribunal de Estrasburgo o Corte Europea de Derechos Humanos, que supuestamente determinó en una sentencia dictada por 47 jueces, que el matrimonio igualitario no era un derecho fundamental. Información difundida por miles de personas en esta frontera, muchos de los cuales difícilmente sabrían donde se encuentra Estrasburgo, o si quiera que existía un tribunal de derechos humanos en aquella ciudad; pero infundidos de un repentino respeto por los tribunales que resuelven controversias sobre los derechos fundamentales, específicamente de Europa, la nota se compartió en redes por miles. Pocos se enteraron y menos les importó que la nota resultara ser totalmente falsa, plagada de mentiras y exageraciones, y quienes la compartieron (muchos profesionistas) y hasta hicieron extensas opiniones públicas, jamás se volvieron a interesar por aquel Tribunal que desde hace décadas ha reconocido el derecho de todas las personas a formar una familia.
Referente a la RAE, fue real, si bien no es un organismo vinculante, tiene como objetivo mantener la unidad esencial del idioma español, sin embargo, han dado catedra en temas de discriminación con definiciones como: fácil, tratándose de una mujer, que accede sin problemas a tener relaciones sexuales; gozar, conocer carnalmente a una mujer; padre, jefe de una familia; femenino, endeble débil. La Academia debe abrir sus ventanas, porque aun huele a siglo XVI (siglo en que se creó), y en sus salones de terciopelo rojo hay un olor a rancio, cierto tufo a discriminación.
Por lo que respecta al tribunal de Estrasburgo eso si fue cosa seria, digo, ¿quién que goce de sentido común puede pensar que 47 jueces hacen una sola resolución? ¿cómo puedes creer que un continente avanzado en derechos humanos, que no solo reconoce el derecho al matrimonio, sino incluso a la adopción por parejas del mismo sexo, va a contar con un tribunal que resuelva algo tan francamente homofóbico? y estamos hablando de España, Francia, Holanda, Bélgica, Dinamarca, Suecia, Alemania, Finlandia, Noruega, etc.
Sobra decir que el ánimo de compartir esas notas, no parte del amor por el lenguaje o respeto por los organismos de derechos humanos, es minar, menoscabar abierta, velada o agazapadamente las luchas de inclusión, luchas por el respeto a todas las personas más allá de sus preferencias sexuales, sexo o cualquier otra condición, pero además, el goce y uso de los derechos ante y desde sus diferencias.
A esas personas les resulta de mucha ventaja compartir información de ese tipo, no requieren justificar fobias, ya están fabricados los argumentos; no hay responsabilidad en las afirmaciones, pues se traslada lo que alguien más dijo, en este caso instituciones; y no hay necesidad de debatir si te atrincheras detrás de la reputación de quienes supuestamente son autoridades en el tema.
Es la magia de las redes sociales, conocer la posición de personas que jamás cruzarían tu camino o de las que creíste conocer, aquellas que dejan de lado y pareciera desprecian el primer párrafo del primer articulo de nuestra carta magna “…todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en esta Constitución y en los tratados internacionales…” si, aquí creerán que di un salto muy largo en el argumento, pasar de publicar en redes notas que menoscaban las luchas de inclusión a violar la Constitución, pero si revisamos la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación, reglamentaria del articulo primero de la Constitución, encontraremos que por discriminación se entiende los que “por acción u omisión, con intención o sin ella, no sea objetiva, racional ni proporcional y tenga por objeto o resultado obstaculizar, restringir, impedir, menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio de los derechos humanos y libertades”, así, si tu inocente publicación en una red social es de una nota que tiene como resultado menoscabar un derecho reconocido, estás discriminando.
No voy a citar las cifras ni nuestro ranking en materia de discriminación, de sobra sabemos que estamos muy mal, y poco hacemos en nuestra vida cotidiana para mejorar. Debemos reflexionar sobre lo que expresamos y compartimos, y como influye esto en nuestra sociedad. Si nos conducimos teniendo presente la inclusión y el respeto de todas las personas mas allá de nuestras diferencias, llegará el día en el que al fin digamos “La noche quedó atrás”
Nota: Este artículo se publicó primero en el Diario.mx en una versión editada y aquí se reproduce con autorización del autor la versión extensa.
Santiago González Reyes es abogado defensor de derechos humanos. Actualmente es docente en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez.