El jueves 12 de abril, hacia las 4:00 de la tarde sonó el timbre del teléfono de mi consultorio. “Caballero: le llamo para hacerle una invitación”, dijo una voz impostada que se adivinaba de edad madura. El término caballero, en una voz impostada, me hizo pensar en rasgos narcisistas de la personalidad y en un individuo inseguro y potencialmente violento, por su conservadurismo. Antes, a modo de saludo, había hecho una pregunta en tono de reclamo: “¿Usted es el doctor que acepta el homosexualismo?”
Homosexualismo es una palabra que aún podemos encontrar en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, a pesar de que está cayendo en desuso. Es una de esas palabras que pueden darnos alguna pista de la manera de pensar y la filiación de quien la usa. La usan personas que no están enteradas de las teorías que sustentan las explicaciones sobre las orientaciones sexuales y quienes tienen un pensamiento abiertamente homofóbico. En cuanto a las filiaciones, en México, suelen usarla quienes pertenecen a alguna iglesia minoritaria de tipo cristiano y personas que pertenecen a movimientos ultraconservadores católicos como Provida.
La palabra homosexualismo cada vez se usa menos porque la terminación ismo nos da la idea de una corriente doctrinaria ya sea partidista (priismo, panismo), filosófica (platonismo, kantismo) o religiosa (cristianismo, budismo). La siguen usando algunos sectores particularmente intolerantes, creo que de manera nada inocente, para dejar la idea de que las personas homosexuales tienen una campaña permanente para promover su orientación sexual.
Hasta donde la ciencia conoce, las diferentes orientaciones sexuales no se construyen en las personas a través de la promoción, sino que son parte de su identidad. La única orientación que ha sido promovida, por siglos, es la heterosexualidad; es decir, la nuestra es una sociedad heterosexista, existe un abierto heterosexismo. Muchos autores y autoras lo han mencionado. Hay una abierta oferta de la heterosexualidad a través de los cuentos infantiles, la literatura de todo tipo, las películas, las series televisivas y más. Tanto, que se ha naturalizado la heterosexualidad. Se ha afirmado que es la orientación natural. Por supuesto que toda promoción de cualquier orientación sexual está, de antemano, condenada al fracaso.
El autor de la llamada quería (vaya ocurrencia) que un Pastor y yo discutiéramos “con bases bíblicas”, dijo, acerca del tema en un programa de debate de conocido canal televisivo local, sin más. Es decir, no había contactado a la empresa televisora, ignoro si había contactado al Pastor y, por lo que deduje, tenía la seguridad de que yo aceptaría. Creo que no me equivoqué en cuanto a su narcicismo; el mundo debe bailar al son que toca el narcisista.
El hombre seguramente ignora que ese debate ya se dio hace años, en el espacio que propuso, en dos ocasiones: una con un teólogo católico y otra con dos Pastores no católicos. En ambas la discusión fue amable, y no podía ser de otra manera cuando quienes discuten son personas no fanatizadas y enteradas del tema. Ellos de Biblia y yo de Sexualidad Humana y de Biblia. Ambos temas inconvenientes para la discusión entre personas intolerantes.
Las personas homofóbicas son intolerantes. Las personas intolerantes suelen ver la realidad en dos vertientes, nada más. Existen muchos estudios sociológicos y psicológicos al respecto; los estudios clásicos son de Horkheimer y Adorno en sociología y Allport en psicología. Esa visión dicotómica, como en blanco y negro, les impide acercarse siquiera a la policromía de la realidad. Por lo mismo, quienes pretenden fundamentar su homofobia en textos bíblicos seguramente ignoran un sinnúmero de situaciones que se pueden aducir para demostrar que el texto bíblico no es, ni con mucho, un buen argumento para defender el heterosexismo y hasta les podría resultar contraproducente a esas personas.
¿Puede darse una discusión productiva, enriquecedora con una persona fanática? Yo sostengo que no. Por eso he colocado un escrito muy legible en mi casa, dirigido a las y los fanáticos (seudo) religiosos: “En esta casa no aceptamos propaganda comercial disfrazada de religiosa. Agradeceremos no insistir”. La pancarta ha dado resultado. Varios promotores busca-diezmos han “marcado” mi casa; es decir, ya no han insistido. Les agradezco profundamente.
Cuando la voz detrás del teléfono, después de advertirme que la discusión con el Pastor iba a ser “con bases bíblicas”, comenzó a decir, impostando aun más la voz: “porque Nuestro Señor Jesucrist…” en ese momento le colgué. No íbamos a llegar a ningún lado. No se puede hablar de las maravillas de los colores que adornan al mundo, de lo asombroso que las longitudes de onda perceptibles por el ojo humano pueden ser, a través de tonos y tonos, de matices y de matices, de colores y de colores, con alguien que está cerebralmente daltónico.
JuárezDialoga invita a Efraín Rodríguez a participar como articulista por su compromiso con la sociedad de Ciudad Juárez. Efraín es maestro en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez y entre otros, ha incursionado desde hace muchos años en los medios de comunicación participando en una variedad de temas, pero sobre todo, para desde su profesión como sexólogo promover la aceptación de la diversidad sexual.