Qué extrañas, enfermas criaturas somos los humanos: por si la vida no bastara para aporrearnos; por si no tuviera ya toda existencia su cuota de conflictos, de sufrimiento, de adversarios tocapelotas y envidiosos malignos, resulta que además nos las solemos apañar muy bien para convertirnos en la peor compañía para nosotros mismos. Es lo que se llama la tentación del fracaso, una oscura atracción por el daño y la derrota, un resbaladizo coqueteo con los abismos.
Rosa Montero
Para algunos escritores/as el premio representa la culminación de un esfuerzo donde inicia el camino hacia la gloria. Es decir, al ser reconocido con determinada presea, el/la creativo/a piensa que existe una especie de cielo donde transitarán “los grandes”; inmersos en esa ilusión, tanto artistas como escritoras generamos debate y sentimientos en torno a los premios, ya sea por la cantidad de dinero que se otorga, por la calidad de la pieza premiada, por el autor o los organismos que lo sostienen.
Si la persona laureada nos cae mal, se suele construir, desde un pedestal, el respectivo juicio hasta ver caer a la premiada: en el fondo y en realidad estamos construyendo nuestro declive, bien dicen los Mayas cualquier cosa que le hago a mi hermano me lo hago a mí. Y a tal comportamiento pre adolescentes preguntamos: ¿por qué ella/él sí y yo no? De la pregunta nos quedan dos caminos: o nos ponemos a trabajar para descifrar el enigma de nuestras sombras y conseguir lo que nos corresponde o nos convertimos en piedras de tropiezo para los otros y nosotras.
Prefiero pensar que elegimos la primera opción no solo para bien propio, también para el colectivo. Mujeres cósmicas trata del juego que trazamos las mujeres creadas en el mundo de los hombres; el personaje principal, Lucy, quiere que nosotras, las mujeres, cambiemos las reglas del juego inhumano, es decir, renunciar a la competencia y las comparaciones, no necesariamente a los retos; es difícil, ¿verdad? Pero la novela es ficción, eso no existe entre nosotras ahora, o tal vez sí, lo he visto en varias mujeres escritoras y en esta ocasión me referiré a una de ellas: se llama Elpidia García. Ella una mujer que sí cree en los premios porque confía en la integridad de su trabajo. Al contrario a algunos hombres no quiere poseer todos los premios, ella, contrario a algunas mujeres, no representa la mano negra que arrebata preseas, ni ve enemigas en otras escritoras. ¿Por qué cito el caso de Elpida García? Porque lo que le sucedió a ella le puede pasar a cualquier escritor, a cualquier escritora.
Les cuento: la escritora envía su trabajo creativo, Huesos al sol, a la convocatoria Premio Dolores Castro 2017. Gana el primer lugar. Festejamos. Pasados los días un ente camuflado de Arturo Pérez Reverte, maliciosamente, vierte comentarios difamatorios en contra de Elpidia García en la página oficial del Insitituto de Aguascalientes. Ignoro quién está a cargo del manejo de la página de Facebook; analizando la conversación solo puedo asegurar que la persona tras la pantalla por parte del IMAC asume que con quien está llevando a cabo la conversación es con el mismo Arturo Pérez Reverte en persona, puesto que lo llama “maestro”. Acto seguido y violando el estatuto número 11 de la convocatoria: El jurado estará integrado por especialistas en el ámbito de la investigación y/o creación literaria tanto a nivel local y nacional, su fallo será inapelable, el mismo jurado decide apelarse, probablemente influenciado por el veneno de el avatar faisbukero “Arturo Pérez Reverte” y culmina en la decisión de retirar el reconocimiento a Elpida García, alegando que el seudónimo que empleó la autora es identificable debido a que usa el título del poemario Brizna de sílice y luz, cuya autoría es del poeta Agustín García, su hermano. Además, una vez otorgado el veredicto deciden “investigar” si los cuentos son inéditos o no, casualmente localizan un cuento en internet.
Me pregunto: ¿Qué tan conocido puede ser un cuento solamente publicado en internet? ¿Qué tan conocido es el poemario Brizna de sílice y luz como para que Elpidia, sea identificable a través del poemario? ¡Por favor! Será a conocimiento único y juicio de los/las jueces el escrutinio y no de un o una juez/a desdoblada en un seudónimo. No me imagino a una jueza seria dejándose llevar por comentarios en una tira con seudónimo y casi cómica para cambiar radicalmente el veredicto.
Elpidia García acepta la desición, tiene otras cosas importantes en que enfocar sus esfuerzos, vive en Ciudad Juárez, en esta ciudad aprendemos lecciones rápidamente, no estamos para menear el caldo de la maldad.
Decidí apropiarme del caso porque intuyo que la persona con la malformada máscara de Arturo Pérez Reverte tiene un amplio conocimiento del uso y mal uso de las redes sociales y lo último que le interesa es la justicia o la consciencia: ojalá su motivo fuera transparente, no hubiera tenido necesidad de emplear un seudónimo. A la persona que empleó miserablemente el seudónimo de Arturo Pérez Reverte para injuriar a la autora juarense Elpida García, le informo que las feministas de la localidad nos decimos las cosas de frente en privado o públicamente, con nombres apellidos y detalles, no importa si eres hombre o mujer. Nos decimos nuestros pensares y sentires. No para incitar a la pelea, lo hacemos movidas por el dolor y la amarga experiencia que nos dejó la guerra, el machismo, la misogina, y la injusticia en el caso de las desaparecidas, lo hacemos movidas por la sanación que se puede conseguir a través del diálogo. El arma que empleaste para arrebatar la presea a Elpidia García pertenece al mundo del pasado sanguinario, truculento, patriarcal. Pretendes ocupar el lugar de juez/a cuando no fuiste convocado/a, manipulaste un fallo que se supone es irrevocable.
Dudo de la serieded y la especialidad en el ámbito de la investigación y/o creación literaria de los jueces del Premio Dolores Castro 2017. Yo misma he sido convocada a ser jueza de varios concursos y créanme es una gran responsabilidad, se debe llevar a cabo la investigación con anterioridad, la mayoría de las ocasiones, las juezas no sabemos la identidad de el o la ganadora, hasta que el organismo convocante lo anuncia.
Dolores Castro, autora aguascalentense a quien conocí personalmente gracias al X Encuentro Internacional de Poetas en Ciudad Juárez, organizado por la autora Carmen Amato, no merece este tipo de revueltas y falta de sensiblidad. El comportamiento en torno a este premio debe ser en el espacio del sentipensar, estamos hablando entre mujeres y hombres sensibles, profesionales, amorosas y bien intencionadas. Y si para esgrima purista estamos, exijo que el instituto investigue quién está detrás del seudónimo Arturo Pérez Reverte. Y que los jueces del concurso den una explicación clara y detallada del caso.
Hilda Sotelo, Escritora y Académica. Radica en Ciudad Juárez desde 1990. Es hija de padre campesino y ama de casa. Coordina el proyecto sobre identidad Espiral de Lectura Yo Soy. Su novela Mujeres cósmicas es de escritura orgánica dirigida al lector valiente. Su trabajo puede encontrarlo en el siguiente blog: www.hildasotelo.blogspot.mx