En Junio del 2010, Cipriana Jurado Herrera cruzó la frontera de Mexico hacia los Estados Unidos para salvar su vida. Al escribir su petición de visa en Febrero del 2011, Cipriana sabía que solamente un porcentaje muy pequeño de solicitantes de asilo político de todo el mundo recibe una respuesta favorable. Es difícil probar la persecución de activistas por parte de oficiales de los gobiernos que no respetan los derechos humanos. Y sin embargo, durante la visita de Javier Sicilia y otros activistas por la paz y justicia de este 11 de Junio, el abogado de Cipriana Jurado, Carlos Spector, anunció el triunfo de la lucha legal de Cipriana para permanecer a salvo: una institución federal de los Estados Unidos reconoció que el ejército mexicano acosó a Cipriana Jurado Herrera hasta el grado de hacerla temer por su vida y forzarla a buscar refugio cruzando la frontera hacia el norte. Al aceptar que la activista tiene derecho a recibir protección para su vida y la de sus hijos, el gobierno norteamericano ha hecho oficial por primera vez en la historia de las relaciones entre Estados Unidos y México lo que un gran número de activistas han denunciado: las operaciones de los cuerpos policiacos y militares no se dirigen exclusivamente hacia los criminales.
Con la visa que recibió Cipriana Jurado se reconoce que los cuerpos militares utilizan en varios casos los recursos adquiridos con la ayuda financiera de Estados Unidos a través del Plan Mérida para acosar activistas y otros miembros de la sociedad civil. Nunca sabremos con exactitud cuántos obreros, campesinos, choferes, policías, negociantes, madres de familia, periodistas y estudiantes cruzan la frontera a diario hacia Estados Unidos para sobrevivir y escapar de la violencia de estado, de las amenazas de militares, policias federales y de las de criminales, dejando atrás a sus seres queridos, muertos y vivos o desaparecidos.
Si bien el caso de Cipriana Jurado fue documentado exhaustivamente, miles de otros activistas y ciudadanos que denuncian haber sido perseguidos para que desistan de reportar o ser testigos en robos y asesinatos no cuentan, desafortunadamente, con la misma calidad de pruebas o no tienen la misma proyección nacional que Cipriana se ganó a través de muchos años de participación y de registro detallado en cada caso de violaciones de derechos humanos perpetradas por cuerpos militares en Cd. Juárez que la activista denuncia. Los escuadrones saquean casas dejando sin actas de nacimiento u otros documentos importantes a las víctimas o los hacen salir sin tiempo de llevarse con ellos ni la prueba de que existen como seres humanos. La casa de Cipriana en Cd. Juárez fue invadida este mismo mes de Junio y los asaltantes se llevaron lo que aun quedaba en ella.. Las casas de la familia Reyes Salazar, con cinco miembros asesinados ya, continúan siendo incendiadas aun cuando ellos han salido del epicentro del conflicto. El camino al exilio es doloroso y difícil sin documentos, sin memoria oficial de las atrocidades cometidas en contra de residentes pacíficos en la llamada Guerra contra las drogas.
Javier Sicilia ha recogido en El Paso y otros lugares las historias de hombres y mujeres que, desde el anonimato, luchan diariamente para que su vida en los Estados Unidos no sea descubierta por el servicio de inmigración o por los criminales que los hicieron huir. Solicitar asilo exigiría que denunciaran a aquellos que los han amenazado y, en caso de fallar en su intento de legalizar su estancia en el extranjero, su deportación significaría el cumplimiento de su sentencia de muerte en el lado mexicano de esta frontera.
La mayoría de las víctimas de la violencia no obtendrá residencia legal en los Estados Unidos. El miedo y la pobreza los reducirá a vivir clandestinamente en este país si cruzan el puente. Ellos no tienen visa laser, los medios para rentar un departamento, amigos que consigan trabajo sin documentación, o la apariencia de encontrarse de “shopping en los moles” para pasar desapercibidos. Tampoco tienen contactos para contratar un abogado, familia que los guie en el laberinto que es un idioma y una cultura desconocidos, ni el carro para desplazarse en una ciudad en la que el transporte público es prácticamente inexistente. El recurso de asilo estará al alcance principalmente de los que tienen capital cultural o económico. Los demás vivirán como indocumentados o permanecerán en Cd. Juárez enfrentando las balas y tratando de proteger con su cuerpo a sus hijos.
Cipriana habló por esa clase de victimas ante Javier Sicilia este 11 de Junio en El Paso, Texas enfatizando que, aunque su status oficial como asilada política es un triunfo y significa una denuncia pública de la violencia de estado en México, su residencia legal en los Estados Unidos no la hace feliz. Mientras los casos de desaparición forzada, tortura y muerte continúen sin resolverse, mientras la impunidad prive en México y los exiliados no puedan regresar a su casa y a sus seres queridos, Cipriana y el resto de los mexicanos que no tienen pasaporte para cruzar al otro lado de la muerte no podrán clamar victoria y cada uno de nosotros tendremos que seguir exigiendo justicia, paz y dignidad desde México y Estados Unidos.
JuárezDialoga invita para colaborar a Selfa Chew por su compromiso con la sociedad civil organizada, tanto de Ciudad juárez como de El Paso Texas. Ellas es poeta y autora de Azogue en la Raíz, (Ediciones Eón, 2006) y Mudas las Garzas (Ediciones Eón, 2007).