“Nuestra lucha contra el fascismo es una lucha por todas las mujeres alrededor del mundo”
Dilar Dirik, activista Kurda,
Foro AWID 2016.
El 31 de agosto, la cámara del Senado consumó el golpe de Estado contra el gobierno encabezado por Dilma Rouseff, ex guerrillera y primera presidenta mujer en Brasil, misma que fue elegida con 54,5 millones de votos mediante un proceso de elección popular. Ese golpe de Estado de carácter capitalista y patriarcal, que se ampara, o mejor dicho, se disfraza con argumentos jurídicos, impulsa el resquebrajamiento de procesos democráticos en el país sudamericano, muy en sintonía con lo que viene ocurriendo en el resto de Latinoamérica.
Con ese telón de fondo, del 8 al 11 de Septiembre se llevó a cabo el 13º Foro Internacional de la Asociación para los Derechos de las Mujeres y el Desarrollo (AWID, por sus siglas en inglés) en Bahía, Brasil.
El Foro, que logró conjuntar aproximadamente a 1,800 activistas feministas, fue más que un evento de cuatro días, o como lo dijo en una entrevista nuestra paisana Lydia Alpizar, hasta ese momento directora ejecutiva de AWID, “es un proceso”, y retomo ese hilo conductor ya que este encuentro tuvo un marcado enfoque interseccional de mujeres cis, trans, cuir, trabajadoras sexuales, sanadoras, artistas, negras, indígenas, académicas del sur y norte global, trabajadoras, jóvenes, abuelas, mujeres con discapacidad, estudiantes, activistas por la paz, por la justicia ambiental y defensoras, que conformaron una enorme diversidad de presencias, sentires, posicionamientos y reflexiones en un mismo lugar. Como bien lo dijo ahí la activista Noelene Nabulivou de la Isla de Fidji, si nos preguntaran: ¿tell me what a feminist looks like? Diríamos, como un guiño a ese cúmulo de convergencias feministas “this is how a feminist looks like”.
En ese micromundo afrobrasileño llamado Costa do Sauípe, con un mar sibilino de aguas turquesas, cocoteros y árboles en forma de abanico, se llevaron a cabo un total de 200 actividades.
Para configurar el tono, transversal a todas las distintas agendas, hubo 4 plenarias multitudinarias, la primera estaba enfocada a las difíciles realidades que actualmente se están viviendo en las distintas regiones del mundo. Una de las ponentes fue Yara Salam, una joven abogada y activista egipcia de la Iniciativa Egipcia por los Derechos Personales, con quien cuatro años antes tuve la oportunidad de convivir en un taller sobre seguridad digital para defensoras de derechos humanos en Estambul. Por las calles del distrito de Beyoğlu me contó sobre la reciente revolución en Egipto, y las situaciones de acoso sexual hacia las mujeres en la Plaza Tahrir. ¿Quién iba a imaginar que cuatro años después y una detención que la convirtió en presa política, nos motivaba a todas las ahí presentes a no romantizar nuestra militancia?, y nos lanzó un cuestionamiento acerca de “cómo continuamos con nuestras luchas y nuestras reivindicaciones sin dañarnos a nosotras mismas, sin exponer nuestras propias vidas y sin terminar exhaustas y en riesgo”. Con esto resaltó la importancia de buscar maneras de protegernos y cuidarnos unas a otras.
Dos días antes del inicio “oficial” del encuentro hubo un espacio para el Foro de Feminismos Negros, algo histórico por ser el primero en su tipo. Fue impulsado por 200 mujeres negras y afrodescendientes con el fin de dialogar e ir construyendo poder colectivo; estuvieron presentes organizaciones y movimientos con años de experiencia de Colombia, Brasil, Sudáfrica y otros más nuevos y vanguardistas como Black Lives Matter de Estados Unidos.
En el eje de protección integral para defensoras, se organizaron sesiones vinculadas al tema de la seguridad digital en las cuáles la Red Mesa de Mujeres de Ciudad Juárez (RMMJ) estuvo asistiendo y participando. Fue interesante conocer mujeres que están creando puentes de solidaridad y estrategias para enfrentar los riesgos a los que nos exponemos las defensoras, tanto online como offline, por la misma naturaleza de nuestro quehacer y compromiso. Las compañeras de la Iniciativa Mesoamericana de Defensoras de Derechos Humanos (IM-Defensoras), de la cual la RMMJ también forma parte, facilitaron diversas actividades vinculadas con el tema del autocuidado. Era común sumarse desde muy temprano en los jardínes del hotel a las sesiones de yoga Africana, reiki, danzaterapia, clases de chi-kung y caminatas por los márgenes de los manglares aledaños.
En los pasillos de los hoteles se vivía mucha emoción y una energía que nos alentaba muchísimo; eran motivo de alegría los reencuentros con las compañeras, las colegas o por las nuevas historias con las que íbamos tropezando cada tres pasos, como la de Homa Hoodfar, académica de nacionalidad iraní, quien meses atrás se encontraba presa en Tehrán por el delito de haber “incursionado en el feminismo”. Su sobrina logró hacerla presente entre nosotras durante toda la duración del encuentro mediante carteles y pins con su rostro, las firmas para exigir su liberación y la adhesion a la campaña #FreeHoma.
Por esos mismos corredores que fueron ocupados durante cuatro días, también hubo espacio para los memoriales y tributos para las compañeras como Bertha Cáceres, líder de la comunidad indígena lenca y defensora del medio ambiente frente a las transnacionales en Honduras, país que dicho sea de paso, también experimentó un golpe de estado en el 2009 y con ello se anticipaba la situación política de la región.
Las crecientes manifestaciones de posfascismo a nivel mundial como el avance de la extrema derecha que se ha fortalecido mediante las crisis económicas y medidas de austeridad , los discursos sexistas, xenofóbicos y racistas, el contragolpe al avance de los derechos de las mujeres y de la comunidad LGBTI, hacían imprescindible que en este foro se fijara una postura estratégica del tejido de alianzas entre los diversos movimientos y luchas; por la defensa de la vida, de nuestros derechos, de nuestros territorios/cuerpos. Es por eso que retomo las palabras de Myrna Cunninhgam del Movimiento de Mujeres Indígenas, quien expresó: “no se pueden transformar las cosas en el mundo si no se logra establecer canales de comunicación con los gobiernos, los gobiernos juegan un papel importantísimo en las transformaciones estructurales, pero estamos diciendo que los gobiernos están afectados fuertemente por el modelo económico, fuertemente por los nacionalismos, por tratados de libre comercio y que definitivamente eso impacta en el papel que los gobiernos juegan en el reconocimiento de los derechos humanos y especialmente los derechos de las mujeres. Entonces lo que queremos es que este mensaje del Foro llegue fuerte a todos los gobiernos”.
Con un espíritu similar al del Foro, resumido en la frase “Otro Mundo es Posible”, a 3,148 kilómetros de distancia de la villa feminista donde nos encontrábamos, se llevó a cabo por vez primera en Porto Alegre, Brasil en el 2001 el Foro Social Mundial (FSM) en respuesta al Foro de Davos en Ginebra; que cada cierto tiempo aglutina a líderes políticos, empresarios y demás personajes que buscan generar sinergias para la puesta en marcha de políticas neoliberales a nivel mundial.
Hago un paréntesis aquí porque me parece importante señalar los entrecruces que hubo con los dos foros. Este año el FSM se organizó en Montreal, Canadá. Igual que el foro de AWID uno de los objetivos fue imaginar futuros y horizontes necesarios. Hubo participaciones de figuras reconocidas como Boaventura de Sousa quien ha señalado la importancia de avanzar en la construcción de alianzas transcontinentales retomando conocimientos indígenas y feministas.
Asimismo, uno de los temas centrales en el FSM fue el cambio climático, así como la lucha de comunidades indígenas frente a la industria minera y las transnacionales. En congruencia, previamente en la página web del foro se invitaba a las personas asistentes a monitorear mediante una app la cantidad de kilómetros transitados y la cantidad de árboles que correspondería plantar para hacer contrapeso a la huella de carbono.
En el Foro AWID, se invitaba a compartir libros, a liberarlos en algún pasillo y poder tomar algún otro, se promovió el trueque solidario. Estas pequeñas iniciativas dan cuenta de la importancia de concretar en la cotidianidad lo que aspiramos para construir un mundo mejor.
Son muchas las experiencias y nuevos saberes con los que regresamos en las maletas, resultado de las conferencias, asambleas y sesiones autogestionadas, actividades de autocuidado, exposiciones de arte, batucadas, conciertos musicales y la marcha de cierre.
Son esos saberes los que nos permitirán buscar nuevas realidades, desde lo que ya estamos haciendo en nuestras diferentes trincheras, como las mujeres kurdas que no sólo resisten y enfrentan al EI, que ya es decir bastante, pero que también construyen alternativas de sus esperanzas de un futuro mejor y que se resume en su lema “Jin, jiyan, azadî” (Mujeres, Vida y Libertad). Imaginamos también pueblos, aldeas, villas en donde la sexualidad y el placer se basan en la celebración de nuestros cuerpos imperfectos, historias donde la tecnología nos permita descolonizar el conocimiento de los poderes hegemónicos. Imaginamos no sólo que un mundo es posible, y necesario, sino que nuestras visiones de futuros están aquí y ahora, son feministas y de los colores de la tierra.
Itzel González es activista y defensora de los derechos humanos de las mujeres. Colabora en la Red Mesa de Mujeres y de manera independiente ha participado en el impulso de procesos colectivos feministas desde lo cultural en Ciudad Juárez.