EL MONUMENTO DE HÉCTOR MURGUÍA
Las ciudades tienen vida, fisonomía, carácter. Sus distintivos les vienen de su historia, del talento de sus gentes para crear y asimilar, del trabajo acumulado durante generaciones, del cuidado que muestran para preservar el patrimonio material e intangible. De todo eso depende que sean bellas, amigables, capaces de alojar a visitantes y a quienes se quedan, junto con sus lenguas, su comida, su música, sus artes. Los nombres de sus avenidas, los monumentos que las distinguen, las honras que en éstos se representan, deben reflejar la vida de la ciudad, su pasado, su presente y la visión que tenga de su futuro. Mal hacen los políticos y los potentados, que ponen nombres a las calles o levantan estatuas, con los cuales se ensalzan a sí mismos o a correligionarios, amigos y cómplices.
En Juárez, a unas semanas de su salida del cargo, el ex presidente municipal Héctor Murguía mandó hacer su monumento en un espacio público. ¿Fue un acuerdo conjunto de la Comisión respectiva del cabildo y del Consejo Consultivo según lo dispone el Reglamento de Nomenclatura y Monumentos para el Municipio de Juárez?. O, ¿Se trata de una acto más de prepotencia y arbitrariedad consentido por las autoridades actuales?. Si lo primero, los dos organismos han agredido a la ciudad, autorizando un blasón para un político en activo, cuya actuación enfrenta todavía el juicio de la opinión pública. Peor si fue lo segundo, porque entonces ni siquiera tenemos autoridad. Cualquier ricachón puede entonces ocupar con algún adefesio plazas, calles o parques para perpetuar su memoria, así sea ésta infausta.
LA HOMOLOGACIÓN DEL IVA
En el debate político y parlamentario sobre la homologación del IVA en toda la república, vimos a encumbrados empresarios, dirigentes de agrupaciones industriales, abogados corporativos, políticos que olieron la oportunidad, batirse con denuedo en contra del aumento del 11 al 16% en las fronteras, cuyo efecto será, se dijo, un deterioro económico de estas regiones. Y sí, esos cinco puntos porcentuales –eran seis hasta 2009- de diferencia entre lo que paga un habitante del interior del país y uno de sus bordes por concepto del IVA, se cargarán a sus menguados ingresos. Porque la ropa, las refacciones, los zapatos, los electrodomésticos…aumentarán su precio final. Y quienes puedan, que son los menos en Juárez o en Tijuana, acudirán al otro lado para hacer sus compras, afectando a los comercios e industrias asentadas en el suelo mexicano que disminuirán presumiblemente sus plantas laborales.
El resto de los consumidores queda atrapado entre la política hacendaria y la salarial de los patrones. La primera, de hecho les ha permitido a éstos apropiarse de los famosos cinco puntos, pues los precios establecidos por ejemplo en Sanborns de Ciudad Juárez, nunca han sido menores a los del resto del país. Lo mismo sucede con una gama variada de productos, como el cemento para construcción. Mientras tanto, los salarios reales van a la baja sin pausa. Si éstos se incrementaran y siguieran pautas como la de países de fuertes economías, tendríamos un poderoso mercado interno como base de un aparato productivo y comercial siempre en expansión. Pero no, estos capitalistas le apuestan a la ganancia pronta, a costa de degradar a la fuerza de trabajo. Al fin que, desorganizados y sin voces propias, los trabajadores no pueden negociar, como lo hacen los influyentes: organismos patronales, cúpulas eclesiásticas, sindicales y partidarias.
CUADRO URBANO
Siempre que salgo por las mañanas del fraccionamiento en el que resido, veo el mismo espectáculo: hileras de trabajadores de la construcción y de empleadas domésticas caminado por las orillas de la calle, sorteando los vehículos en circulación por ambos carriles. A los lados se levantan mallas ciclónicas que resguardan terrenos desocupados o se alzan sólidas bardas de varios metros de altura. Estas barreras apenas dejan una estrechísima franja sin piso de cemento y llena de obstáculos. Los peatones son arrojados así al arroyo vehicular, donde a la menor lluvia se forma un gigantesco charco. Hombres y mujeres se quitan entonces los zapatos o hacen malabarismos para caminar sobre el cordón de la inexistente banqueta, si no ha sido cubierto por el agua. De todos modos terminan empapados por las salpicaduras de los carros.
¿Qué hay atrás de este cuadro urbano?. Nos lleva a pensar en el dominio ejercido por los detentadores de la riqueza material sobre la sociedad. Los grandes dueños abusan de los espacios y reducen la existencia de los desposeídos a minúsculas áreas vitales. Casi siempre es la codicia el motor de este impulso por la posesión, que arrolla ecosistemas, salud o bienestar de las personas. Pero, el sometimiento cultural, político o legal de mentalidades e instituciones públicas al interés de los dueños del dinero hace que muchos de estos atropellos se produzcan como por inercia.
La última imagen que pasaría por los cerebros de constructores y funcionarios es la de esta apurada mujer que transita a lo largo de la calle con el Jesús en la boca.
NOTA: Los textos anteriores fueron publicado por Víctor Orozco en su muro de Facebook en distintos momentos. JuárezDialoga los reunió por considerar un ejercicio importante sobre esta ciudad el dar lectura a las tres ideas juntas.
JuárezDialoga ha invitado al profesor investigador en historia y doctor en ciencia política, Víctor Orozco, por su trayectoria académica y su solidario compromiso con la sociedad civil organizada. Víctor, actualmente es el ombudsman de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ).