El propósito de articular un pacto nacional de la sociedad civil es muy bueno y no debe dejarse morir. Para ello me parece importante precisar algunas cosas:
1. El movimiento nacional que se constituye es uno y es nacional, no una alianza entre un movimiento pretendidamente nacional (que no lo es por el sólo hecho de que quienes lo organizan en parte se encuentran en el centro del país, lo que supone una visión centralista, supuestamente superior: una sociedad civil nacional con visión nacional y ampliada, por encima de las sociedades civiles locales, con miradas regionales y limitadas) y otro movimiento pretendidamente local (que no lo es por el sólo hecho de que quienes participan de ello se localizan en la periferia del centro político nacional).
2. El movimiento nacional puede pactar lo mínimo. El principio de los seis puntos es un buen principio, pero se requiere acotar más los objetivos, exigencias y acciones para lograr se cumplan esas exigencias.
3. Una posibilidad de acuerdo, me parece y esto luego de la reunión del viernes 20 de mayo, puede ser que los dos componentes del movimiento nacional acuerden una formula que no los limite de sus intenciones o estrategias.
El acuerdo puede ser que el movimiento en Ciudad Juárez no se oponga al propósito del movimiento encabezado por Sicilia de reunirse en Morelos con el gobierno para emplazarlo, si a cambio de ello, éste acepta que la exigencia central y primerísima del movimiento nacional sea: la salida de los militares y los federales de Ciudad Juárez.
Al plantearse esa exigencia a nivel nacional, el movimiento también deberá iniciar una campana nacional en torno a esa demanda central, a la que pueden por supuesto añadirse otras, como: la presentación de los desaparecidos por esas instituciones en todo el país, castigo a violadores de derechos humanos de esas instituciones en todo el país, suspensión las iniciativas de ley sobre seguridad nacional, reforma política y laboral.
La importancia de la primera es que, de facto, la salida de estas fuerzas implicaría un cambio en la estrategia de guerra o seguridad del gobierno federal. Supondría el reconocimiento de la inconstitucionalidad del orden actual y sobre todo es muy claro y concreto: puede articular acciones específicas de resistencia civil en todo el país.
Al cabo del plazo que se estime necesario para que esa exigencia se cumpla, si tal cosa no ocurre, se podría proponer también que esa fecha sea considerada como el como el inicio formal del movimiento nacional de resistencia civil.
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