Uno pensaría que cuando nuestras hijas e hijos van a la escuela van al templo del saber. El saber es una relación de enseñanza – aprendizaje donde ambas partes se benefician de la interacción social y es un producto social, es decir, no es sólo información, no es adoctrinamiento, ni tampoco una relación jerárquica vertical.
La educación tradicional, la que todos conocemos y que lleva ya muchos años en nuestro país, es en muchos sentidos adoctrinamiento si partimos de la premisa que son las prácticas sociales (lo que hacemos cotidianamente) las que modelan y moldean la conducta y el pensamiento. Veamos como se ejemplifica esto:
a) La obsesión por borrar las diferencias de clase a través del uso de los uniformes, responde en mucho a la idea de uniformidad del pensamiento. Recordemos que el uso del uniforme nace en la milicia, y que el ethos militiar se extiende hacia la escuela: orden y disciplina son los ejes sobre los cuales gira en mucho la escuela tradicional. Algunos profesores (as) lo sostienen abiertamente “Nada de individualidades, todos somos iguales”. Aunque las diferencias se noten en la calidad del uniforme y accesorios del estudiantado.
b) La obsesión por borrar manifestaciones culturales, personales-sociales, diversas en la sociedad se objetiva en la restricción y estética del cuerpo. El corte de pelo tipo militar, para los varones; El uso “natural” del pelo, “decente”, sin tintes, ni ninguna otra distinción o artificialidad, el rostro sin maquillaje, las cejas no depiladas, etc., para las mujeres. Todo ello nace bajo el manto de la “decencia”, es decir, la apropiación del cuerpo que hacen las religiones y bajo una concepción del cuerpo culpígena, principalmente de las mujeres. Constituyéndose en una incipiente “doble moral sexual”, en algo así como el grupo de los “buenos (as)” vs. los “malos (as)”.
La obsesión se extiende hacia el uso de cualquier cosa u objeto que exprese individualidad, preferencia o gusto del niño, niña u adolescente. Algunas preferencias en la vestimenta se perciben como “obra del mal”. Olvídense de vestirse como un “dark” o un “gótico”. Eso es de los inadaptados mentales, de los que están del lado del mal.
c) La obsesión por la limpieza, es decir, todo debe estar aséptico (que significa en el imaginario moral social “pureza”).
d) La obsesión por la homofobia. Cualquier conducta no “propia del género” se sanciona, se ridiculiza. El lenguaje androcéntrico, por lo tanto, se despliega para que “amarre y no haya duda”. Cualquier objeto que huela a “no propia del género” se decomisa. El “club de la decencia”, el profesorado, estará vigilando y castigando (La inquisición no ha muerto, sigue viva).
e) La obsesión por los sermones en las juntas escolares, responsabilizando a la madre, en primera instancia, del comportamiento de su hija (o). Un lenguaje impecable y una disciplina castrense exigen algunos. Los maestros (as) laicos? con lenguaje de sacerdote?
f) La obsesión por los reglamentos internos aunque violen las garantías constitucionales consignadas en los artículos 14 y 16 constitucionales, torales en la vida pública de nuestro país. Contradiciendo, además, la cultura de la legalidad. La ausencia de procuradores de derechos humanos en las escuelas dista mucho de pensar que las escuelas efectivamente procuran afianzar los derechos de las niñas y de los niños, reconocidos por innumerables instrumentos de derechos humanos a nivel internacional.
Ven ustedes entonces que la escuela no difiere del convento y del cuartel militar. Por ello, no es menester que haya cultos o sacerdotes en las escuelas, la ideología Judeo-Cristiana esta presente en las escuelas de mil maneras. Incluso lo “científico”, las materias pues, esta plagado de un esencialismo en los conocimientos que adquieren profesorado y alumnado que reproducen, de manera implícita e invisible, la ideología de la cual se dice está exenta. El Estado laico no lo es del todo, se mueve sobre la arena de las ideologías que sujetan, oprimen y explotan a los individuos desde hace milenios. Existe alternativa? Si la hay, la cual abordaré en los siguientes artículos.
JuárezDialoga a invitado Emilio Naná por su compromiso y trabajo en diversos movimientos sociales en Juárez. Él es Abogado/Psicólogo/Maestría en Ciencias Sociales: especialidad en políticas públicas y estudios culturales. Candidato a Doctor en Ciencias Sociales: especialidad en género.