Por Hernán Ortiz
Tendría como unos 10 años, su color era cómo el del polvo de la ciudad. Vendía paletas elaboradas con bombones insertados en palitos que formaban figuras de personajes de caricaturas. Se acercó a la mesa en la que estábamos mi hijo (de 4 años) y yo. Me sorprendí que cuando el niño se acercó a ofrecer sus productos, mi hijo de inmediato dijo que no y movió su manita en un gesto aprendido que va entre marcar un alto y la negación. No dije nada pues me sorprendí de ver a mi hijo negar el contacto con quien se le acerca en la calle ¿es bueno o malo? ¿Será bueno si se niega a hablar a un adulto?
El niño, le preguntó a mi hijo, -¿no qué?- mi hijo respondió de nuevo que no, cómo yo lo hago cuando se acerca alguien a ofrecerme productos que no deseo. Entonces el niño me pregunto a mí, -¿no qué?- y mientras trataba de digerir el asunto le respondí -no lo sé, pregúntale- insistió en preguntarle a mi hijo -¿no qué?- pues en realidad ni siquiera había ofrecido sus paletas. Mi hijo, que en ese momento ya estaba confundido respondió, -no gracias-, entonces el infante vendedor me ofreció sus golosinas y le confirmé que no le compraríamos.
Luego el niño se fue a otra mesa, y me sorprendió escucharlo ofrecer de nuevo sus productos pero esta vez en inglés. Hasta bilingüe resultó… Pero la pregunta es ¿por qué debe un niño estar vendiendo dulces en la calle? ¿Siempre es malo el trabajo infantil o puede ser bueno en cierta manera? Lo que es seguro es que es ilegal.
Todo esto ocurrió cuando estábamos en un local de Comida China, a mi hijo le gusta el pollo dulce y a mí el arroz frito, así que con un plato comemos bastante bien los dos. Acostumbramos ir a un lugar que esta a dos locales del Café Nueva Central ese típico café de chinos que todavía esta equipado con lámparas de gas que nunca encienden. Pero donde comimos se llama… ¿cómo se llama? No lo sé, cómo tampoco sé el nombre de otros pinchemil lugares que ofrecen combinaciones de 3 o 4 guisos diferentes por menos de 60 pesos. Me gusta ir a este que esta, repito, a dos locales del Café Nueva Central, su comida tiene buen sazón. Esbeltamorenapiernaslargas prefiere evitar ese lugar pues un día vimos salir un mar de cucarachas de la basura del local, pero Renetukis y yo somos menos remilgosos y disfrutamos el sabor de la comida. En ese lugar, cuyo nombre no recuerdo, los que atienden son chinos, el marido lo he visto un par de ocasiones cuando se entreabre la puerta de la cocina, la esposa a veces sirve la comida y por lo general son dos adolescentes que mal hablan español las que atienden en lugar. Las he visto en sus uniformes escolares sirviendo platos y limpiando mesas.
Cuando veo a la familia no puedo evitar recordar dos cosas. Por un lado la posible discriminación. Una vez en la fila del cine escuché a alguien decir con colérica voz, -los chilangos cómo los chinos, pura pinche escoria-, recuerdo también a una amiga que me decía que su abuelo procuró no enseñarles nada de sus raíces chinas para evitar que fueran discriminados. ¿a cuánta gente discriminamos hoy en día? Yo también vengo de una familia de migrantes que llegó a vivir en esta ciudad. También trabajábamos todos en un restaurante, El Huarache Grill, estaba en la esquina de las calles Río Nilo y Av. Lincoln, a espaldas de donde ahora esta El Pueblito Mexicano. Toda la familia trabajábamos ahí, atendiendo mesas, lavando trastes, en la caja, en la cocina, en lo que fuera.
Es por esto último que no entiendo bien hasta dónde el trabajo infantil debe evitarse. Desde muy niño me enseñaron a trabajar y tener algo de dinero propio. Pero hoy, cuando veo que empresas socialmente responsables como S-mart, Wallmart o Soriana tienen a menores de edad trabajando para dar un mejor servicio a sus clientes, y que no les otorgan ni un salario mínimo, ni servicio médico, ni ninguna otra prestación de ley, no puedo evitar preguntar: ¿No es esto un tipo de abuso o alguna violación a la ley de trabajo? Lo peor es que de ser así, pues resulta que lo hacen a la vista de todos y ni autoridades ni población decimos o hacemos algo al respecto. Supongo que no deberíamos ser tolerantes ante la impunidad.
Pero no se trata sólo de los derechos de violados de niños y jóvenes, la importancia que les damos la podemos ver reflejada en la cantidad de dinero que invertimos en su atención.
Por ejemplo:
Revisando los proyectos (no el gasto corriente) en el presupuesto de egresos del municipio, para este año se tiene contemplado sólo para conectar el Camino Real con la calle Pimentel $ 49,043,273.00 pesos, a pesar de que hay conexiones más accesibles a tres cuadras de ese lugar. Además sin considerar el impacto que esta obra pueda tener en donde tradicionalmente los vecinos tienen su fiesta local cada 3 de mayo, con torneos, carreras y expresiones culturales. ¡Al carajo! Lo que necesitamos es construir.
En el mismo presupuesto, los proyectos que atienden directamente a los menores de edad son:
Rescate de los jóvenes de la calle: $1,500,000.00
Secundaria abierta: $50,000.00
Programa de atención a la juventud $1,800,000.00
Prevención de adicciones $2,000,000.00
Atención a adictos $2,000,000.00
Equinoterapia $413,600.00
Visitas guiadas preescolar $259,476.00
Becas de equidad social $10,350,000.00
Habilitación de centros municipales de bienestar infantil $3,200,000.00
TOTAL $21,573,076.00
Le invertimos más del doble de recursos a una vialidad que por su ubicación es sumamente cara e innecesaria (no es bueno creerme, cualquiera puede ir a ver o buscarlo por Google Earth), en lugar de desarrollar proyectos para atender a los niños y jóvenes de la ciudad. Es cierto que será poco más del doble de los 10 millones que se le invertirán a la X metálica de 20 metros de Sebastián, pero para niños y jóvenes son 9 proyectos y la X es sólo uno.¿Por qué sorprendernos entonces de que ante la impunidad y la falta de oportunidades delincuencia se vea como una alternativa viable para los menores de edad?
Pero la inversión que se hace para atender a los niños y jóvenes no sólo es cuestión del gobierno. Profesionistas de la educación, ante la falta de empleo se ven obligados a ofrecer sus servicios en instituciones privadas a un precio de entre $ 700.00 y $ 1,400.00 a la semana, y eso que les dejamos en las manos lo más valioso que tenemos, niños y jóvenes. Vale la pena preguntar cuánto ganan las maestras de las guarderías y preescolares. Recuerdo cuando Esbeltamorenapiernaslargas estuvo apunto de aceptar un trabajo así, hicimos cuentas y resultó que nos salía más caro mantener su empleo a que estuviera desempleada. Quiero imaginar que habrá instituciones educativas privadas que darán un mejor sueldo a sus docentes, pero no sé cuáles son, lo que sé es que las instituciones públicas están secuestradas por sindicatos de dudosos principios, que es cómo si nuestros hijos fueran educados por una organización ¿criminal? Valga la aclaración de que existen maestros que son ejemplo de vocación y dedicación a la docencia, pero no creo que exista alguien que quisiera que a sus hijos les diera clases Elba Esther Gordillo.
Invertir en niños y jóvenes parece que tiene resultados a largo plazo… pero hubiera sido fabulosos haber empezado hace diez años, tal vez la situación de la ciudad sería distinta. Caminando por la calle, veo a jóvenes y niños trabajando desde muy temprana edad, la alternativa que el gobernador ha diseñado para los que no trabajan ni estudian es que se metan al ejercito ¿para que aprendan a tirar chingadazos y bala?
Nuestros niños y jóvenes son nuestra responsabilidad, no hagamos un silencio cómplice que tan cara factura nos regresa. Exigir al gobierno es un valor que como ciudadanía debemos promover, y más si exigimos que se respeten los derechos de los infantes y jóvenes. ¿O qué? ¿Seremos capaces de promover en este tema la indiferencia e impunidad?