Hay quienes sostienen que la mal llamada “guerra contra los carteles de la droga” es una simulación porque nunca fue debidamente declarada. Sin embargo, este conflicto es usado por del Estado mexicano para perpetuar la “guerra sucia”, por ejemplo utiliza la comparsa de “guerra entre carteles” para justificar los horrores, así muchos crímenes de lesa humanidad pasan a ser automáticamente un ajuste de cuentas entre bandas del crimen organizado. La tortura, la desaparición forzada, las ejecuciones extrajudiciales, la represión política, la ley mordaza y otras tantas violaciones contra los Derechos Humanos son presentadas por los medios masivos de comunicación como el saldo negativo de la lucha contra las drogas, fomentando el miedo a través de la “guerra mediática”. Por todo ello, bien podemos afirmar también que en México vivimos una “guerra irregular”.
Entonces, ¿existe realmente la guerra en México? ¿es un solo conflicto o un cóctel de varias guerras? ¿es legítima?¿la guerra de la que hablamos tiene un carácter regional, nacional o global? ¿cuáles son sus motivaciones políticas y económicas más allá del “combate” al crimen? En la entrega anterior encontramos la respuesta para caracterizar este complejo escenario sin desdeñar ninguna de sus vertientes usando la categoría de guerra imperialista como marco de referencia. Este concepto nos permite conjugar el conflicto armado con la implícita competencia capitalista de territorios y mercados. Sin embargo, para poder utilizarle y sobre todo aplicarle al contexto mexicano en el siglo XXI resulta necesario actualizarla.
La guerra imperialista descrita por Lenin consistía, principalmente en agresiones bélicas entre diferentes Estados Nacionales impulsados por la dinámica capitalista, con el objetivo de repartir el globo entre los grandes monopolios y los “potentados del capital” que mueven las economías y los gobiernos desde principios del siglo XX. La Primera y la Segunda Guerras Mundiales fueron ejemplos emblemáticos de esta dinámica de guerra imperialista. Sin embargo, cuando analizamos la “guerra” en México, lo primero a notar es que el Estado Mexicano no es una potencia haciendo la guerra a otro Estado. Por el contrario, el conflicto bélico se despliega en su propio territorio de una forma no intensiva y poco clara. Para poder darle una explicación teórica acorde a estos tiempos es necesario enfocar el conflicto en México dentro de un “nuevo imperialismo”, de esta manera podemos hablar de una guerra imperialista sin desfasarnos históricamente.
En El “nuevo” imperialismo: acumulación por desposesión, del geógrafo David Harvey se explica apoyándose en las teorías de Marx, la tendencia del capitalismo a generar “crisis de sobreacumulación”, debido al capital y el trabajo que no puede ser combinado de forma rentable para el capitalista. En esta situación, el capital excedente no invertido tiende a devaluarse. Para sortear la crisis, el sistema necesita colocar los excedentes; razón de su constante expansión temporal y espacial. El problema del capitalismo surge cuando el crecimiento persistente es detenido por inversiones anteriores en proceso de devaluación que provocan un efecto de arrastre y peso muerto para las nuevas inversiones creadas por el gran capital. Entonces las inversiones viejas tienden a ser liquidadas, así el sistema opera lo que Harvey denomina el “ajuste espacio-temporal”. Los ajustes “espacio-temporales” necesarios para la operación eficiente del modelo económico son explicados por Harvey, resumiendo su argumento así: “el capital, en su proceso de expansión geográfica y desplazamiento temporal que resuelve las crisis de sobreacumulación a la que es proclive, crea necesariamente un paisaje físico a su propia imagen y semejanza en un momento, para destruirlo luego” (Harvey).
Lejos de las teorías de moda que tratan de negar el papel fundamental del Estado en la organización del capitalismo, Harvey sostiene que esta expansión del capitalismo requiere de las “instituciones mediadoras” y en primer lugar del Estado. Pero, “La intervención del capital financiero respaldada por el poder estatal frecuentemente puede volverse acumulación por otros medios” (Harvey). Así sugiere la conformación de algo que retrataría muy bien al Estado Mexicano en su cruzada bélica: “una alianza non sancta entre los poderes estatales y los aspectos depredadores del capital financiero forma la punta de lanza de un ‘capitalismo de rapiña’ dedicado a la apropiación y devaluación de activos, más que a su construcción a través de inversiones productivas” (Harvey).
Harvey actualiza la idea de “acumulación originaria” expresada por Marx en su denuncia hecha en El Capital, sobre como el nacimiento del capitalismo a partir del siglo XVI estuvo marcado por el derramamiento de sangre; refiriéndose a una etapa clara en la que la riqueza se acumuló en base al robo, el saqueo, el despojo y el asesinato de los pueblos. Harvey va a retomar esta idea a la cual llama “acumulación por desposesión”, pero a diferencia de Marx, debido a la necesidad del sistema actual por hacer constantes ajustes espacio-temporales, la acumulación originaria no se ubica en un lejano pasado, más bien se describe como la actualización constante de un proceso. Desde luego Harvey no intenta decir que la acumulación por desposesión desplaza a la acumulación por explotación, esencia del capitalismo, más bien estas formas de acumulación se entienden como fenómenos que se acompañan. En este sentido Harvey cita a Hanna Arendt cuando esta se refería al modelo de acumulación económica para sortear las crisis que surgieron en la segunda mitad del siglo XIX:
“por primera vez, el pecado original del simple robo, que siglos antes había hecho posible ‘la acumulación originaria de capital’ (Marx) y que había posibilitado toda acumulación posterior, debía repetirse una y otra vez, so pena de que el motor de la acumulación súbitamente se detuviera” (Arendt citada en Harvey).
Las afinidades y diferencias perceptibles entre el imperialismo descrito por Lenin y el nuevo imperialismo planteado por Harvey van en dos sentidos. En primer lugar ambos fenómenos van de la mano con la expansión global del capitalismo. Sin embargo, las guerras imperialistas ya no están enfocadas a someter otros Estados Nacionales, su pretensión ha variado el centro del conflicto a territorios regionales de particular interés (ya sean internacionales o domésticos), con la intención de devaluar y despojar para poder ubicar inversiones de gran capital.
El subcomandante Marcos sintetiza tales ideas en La cuarta guerra mundial, discurso pronunciado en 1999 y que hoy, a la luz de la historia parece profético. El líder insurgente sostiene: “A la hora que se hace la guerra, se tiene que destruir el territorio, convertirlo en desierto. No por afán destructivo, sino para reconstruir y reordenar” y concluye: “Después de destruir hay que reconstruir. Reconstruir los territorios y darles otro lugar. El lugar que determinen las leyes del mercado; he aquí lo que está marcando la globalización”. No es para nada una casualidad que tales palabras fueran pronunciadas por el vocero de un ejército campesino indígena que se mantiene en armas contra el mal gobierno desde las montañas en el sureste mexicano. Los pueblos que desde hace siglos sufren el cerco capitalista sobre sus territorios, con su forma de vida convertida en una guerra de resistencia permanente.
Volviendo al contexto mexicano, ahora podemos entender, como lo mencionamos en una entrega anterior, porque “la guerra” “incita al despoblamiento a través de una política de miedo” y los “terrenos baldíos después son aprovechados como campo fértil donde se programan proyectos gaseros, petroleros y mineros” transnacionales. Todo el saldo “negativo” de la guerra se transforma en una oportunidad de inversión como lo marca la “acumulación por des-posesión”. En México la geografía de los grandes proyectos, sigue la geografía de la sangre; las fronteras, el norte, el sureste, el golfo, los puertos, los bosques, así lo muestra Dawn Paley en Ayotzinapa, Paradigm of the War on Drugs in Mexico: New Afterword to Drug War Capitalism, quien ademas observa como las zonas económicas especiales propuestas por Enrique Peña Nieto se presentaron cínicamente como una respuesta al azote de la violencia en zonas donde la presencia militar del Estado tiene mucho que ver. Paley aclara que es importante entender que el Estado mexicano es un estado fallido en el sentido de que le ha fallado al pueblo, “Pero no ha fracasado absolutamente en el cumplimiento de los deberes de un estado en el sistema del capitalismo global”. Debido a la particularidad fronteriza, los juarenses tenemos un peculiar “privilegio”, podemos dar testimonio de que aun en medio de una guerra cruel y despiadada, todo mundo sabe que las grandes inversiones siempre llegaran a esta frontera de oportunidades capitalistas, en una eterna historia de matar para revivir.
Muchos y muchas, como la teórica marxista Eillen Meiksins Wood no estarían de acuerdo que se pueda “exagerar” el rol de lo militar en la organización del capitalismo, puesto que este se sostiene básicamente por una sistematización de la economía. Pero desde luego, para observar una guerra imperialista de la mano de un nuevo imperialismo, es necesario la adecuación del concepto de guerra moderna apareciendo como algo compatible con la cotidianidad del capitalismo, porque ahora se concentra en una guerra interna “por la seguridad”, lo cual no quita nada de sus características imperialistas como ya vimos. Para avanzar en la crítica de la guerra imperialista en México, nos ocuparemos también de esta transformación jurídica de la guerra en la próxima entrega.
Fong (2016). I. La guerra imperialista en México
Harvey (2004). El “nuevo” imperialismo : acumulación por desposesión.
Lenin (1915). El socialismo y la guerra.
Marcos (1999). La Cuarta Guerra Mundial.
Meiksins Wood (2004). El imperio capitalista y el Estado nación: ¿Un nuevo imperialismo norteamericano?
Paley (2015). Ayotzinapa, Paradigm of the War on Drugs in Mexico: New Afterword to Drug War Capitalism
JuárezDialoga ha invitado a Gerónimo (Gero) Fong por su indudable compromiso con el activismo social y político. Gero, participa en diferentes organizaciones de izquierda desde temprana edad. Egresado de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ) y actualmente, colabora entre otros organismos, con el Frente Plural Ciudadano de Ciudad Juárez y el Comité Universitario de Izquierda.