Por una añeja tradición, muy probablemente por nuestra condición de pueblo conquistado, México es un país autoritario. Las y los mexicanos somos autoritarios; nos horroriza la autonomía y la libertad de las personas, su diversidad y nos sentimos agredidos frente a quien no comparte nuestras opiniones. En México toda discusión, decía Octavio Paz, termina en pleito.
Un área donde el autoritarismo muestra más crudamente su cara es en la sexualidad. Existen muchas personas que se sienten con derecho a meterse bajo las sábanas de la cama del prójimo para normar la vida de éste. No hemos aprendido a respetar su privacidad. Por supuesto que las mismas personas que tan irrespetuosamente se comportan no tolerarían que se les interrogara abiertamente sobre los detalles de su vida íntima; es decir, con la vara que miden no permiten ser medidos. Los Talk Shows, tan populares entre la población latinoamericana, son un ejemplo patético de esto.
Cuando una persona sensata necesita los servicios de un carpintero recaba datos sobre quiénes realizan mejor su trabajo y quiénes son los más puntuales en la entrega del mueble de entre los artesanos que hay disponibles en la ciudad. Solamente a una persona sexualmente obsesionada se le ocurriría dejar de lado las características propias del oficio y se dedicaría a indagar el con quién, qué y cómo de la vida erótica del carpintero para poder decidir si lo contrata o no.
El código moral se lo impone a cada sociedad la clase social en el poder, por lo que es cambiante en el tiempo y en el espacio. Desde que se inventaron las religiones cada una de ellas le atribuyó la autoría del código moral a su dios y esto vino a fijar a fuego en la conciencia de la gente las distintas normas, con la desventaja de que cuando se requiere adecuarlas se enfrentan serias resistencias al cambio por un infundado temor al castigo divino.
No existe una norma moral, sino muchas. Algunas son prosociales y otras son antisociales. Cada grupo humano acepta una norma y cada persona escoge también. La insistencia en una sola moral crea sociedades deshonestas que terminan predicando una cosa y viviendo una muy distinta con consecuencias emocionales negativas y graves para la población, como la inclinación excesiva al chisme.
Un mexicano, el psicoanalista Santiago Ramírez, aseguraba que el origen del chisme como necesidad de indagar la vida privada de la gente es la insatisfacción sexual. Si el maestro Ramírez tenía razón, entonces es esa insatisfacción la que sigue abonando el rating de las telenovelas, esas series que le permiten a la teleaudiencia asomarse a la vida íntima de otras personas sin ser tachada de chismosa.
La satisfacción sexual es un aspecto del que se adolece profundamente en este lado del mundo. Hay muchas personas que, movidas probablemente por la angustia que esa insatisfacción les causa, son capaces de dejar de lado toda obligación, hasta familiar, y lanzarse a la cruzada de la moralización de la sociedad y cometen actos absolutamente inmorales cuando arbitrariamente pretenden imponer a todo el mundo su propio punto de vista moral.
Con frecuencia los representantes de los poderes institucionales y de facto, como gobernantes, organizaciones empresariales o clérigos se convierten en rehenes de grupos pequeños en número, pero poderosos económica y políticamente, y se ven obligados a emitir discursos moralistas impertinentes a la realidad actual pero acordes con el conservadurismo de personas con poca capacidad de reflexión y una gran angustia existencial.
Esperemos que muy pronto la sociedad mexicana en general, y la juarense en particular, sean capaces de vencer la vergüenza que les producen sus deseos, sus fantasías y su conducta sexual para llegar a exigir a gobernantes, conductores de medios de difusión, educadores, profesionistas de distintas disciplinas, familiares, etc., el respeto absoluto a la intimidad cuando ésta no afecte los derechos de terceros. Así cada quien dedicará tiempo a las tareas propias de su labor sin perder tiempo y esfuerzo en moralismos que no abonan a la construcción de una sociedad responsable, autónoma y madura.
JuárezDialoga invita a Efraín Rodríguez a participar como articulista por su compromiso con la sociedad de Ciudad Juárez. Efraín es maestro en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez y entre otros, ha incursionado desde hace muchos años en los medios de comunicación participando en una variedad de temas, pero sobre todo, para desde su profesión como sexólogo promover la aceptación de la diversidad sexual.