México ya no será el mismo después de la verdad de Ayotzinapa. Una verdad en movimiento cuyos alcances están todavía por definirse. ¿Dejará de ser México un país encadenado al poder autoritario que se vincula con un añejo pasado colonial o se liberará de la carga de una historia de fracasos? ¿Quien puede saberlo? La moneda está en el aire y no hay garantías infalibles para los cambios revolucionarios. Pero no hay duda de que es el tiempo de apostar. Un suceso – los eventos de Iguala- cuyo inicio fue descrito por uno de sus testigos como “si hubieran echado un montón de cuetes en una fogata” desencadenó una reacción en cadena que hizo estremecer a México haciendo sentir sus efectos en lejanos rincones del mundo.
¿Quien fue lo que sucedió allí? Difícil saberlo. Podemos resumirlo con Notimex de la siguiente manera: “al menos seis personas fallecidas, veintisiete heridos y la desaparición forzada de 43 estudiantes de la de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos.” (conocida como la normal de Ayotzinapa)
Lo que sigue después habrá de ser destilado por la paciencia de su tejido de voces infinitas con las que se teje la historia y que se expanden como reguero de pólvora -cuando el acontecimiento lo amerita- hasta que la fatiga da paso a la “necesidad” de versiones “autorizadas”, “oficiales”. La primera versión de los hechos -del gobierno y los canales oficiales de comunicación- es que “un enfrentamiento” derivó en un incidente relacionado con el crimen organizado. Sin embargo, un video muestra como los estudiantes desaparecidos son trasladados de la escena de la balacera -“con rumbo desconocido”- por unidades de la policía municipal.
Habiendo habido muertos, heridos y desaparecidos -con disparos y presencia de diferentes corporaciones policiacas -e incluso del ejército- la sospecha de un crimen de estado empieza a tomar fuerza de versión creíble para enmendar una historia deshilachada. Agregando a esto la posibilidad de que los 43. – o al menos algunos de ellos, estén vivos- hace que la urgencia de evitar que el estado termine su crimen inicie el proceso de movilización para enderezar la historia.
Y, en eso estamos, buscando que una historia cuadre y no se imponga a la verdad la tendencia a hacerla cuadrar a la medida del poder. La proliferación de las “verdades nimias” como sustento de la vida pública está siendo sacudida por una indignación que no es solo discursiva. ¿Pero habrá “verdades nimias” que puedan tener relevancia histórica, que puedan dar sustento a lo político?
Cómo todas las cosas valiosas de esta vida, la búsqueda de la verdad pone en movimiento a una población que tiene necesidad de ella, más que de cualquier otra cosa. Y eso, es la irrupción de una dimensión inédita en el “mercado” de la comunicación, en el manejo de “lo público”. Cuando la vida se devalúa con tanta vileza, la verdad no tiene precio.
Antonio Muñoz (Toño) ha sido un activista social y un académico comprometido con las diversas luchas sociales que se han dado en Ciudad Juárez. En ese sentido, JuárezDialoga lo ha invitado a colaborar por los aportes que desde su experiencia puede hacer para esta ciudad. Actualmente, apoya a la red Comunerxs, así como a la Xolombia, un espacio cultural alternativo.