Durante mi vida he tenido varias mascotas, animales domésticos que he tenido con el propósito de que me sirvan de compañía. Actualmente tengo, desde hace nueve años, una gata de un hermoso pelaje de color gris con una mancha blanca en el pecho, se llama “Grigia” (pronúnciese gridya, o sea, grisa.) Antes tuve un gato rayado al que nombré “Comotú” y le precedió un gato totalmente negro y que traje de Juárez cuando llegué aquí, su mote fue “Pechckole” me acompañó además a “Las Chepas” y a Puerto Palomas y nuevamente a esta población; murió en este último lugar y después de toda una serie de aventuras para trasladar el cadáver y finalmente enterrarlo al pie de un álamo que planté en el frente de la casa. También poseí, en mi ciudad natal una bonita rata blanca de la cual no sabía que estaba embarazada y cuyas crías con el tiempo salieron de su jaula e infestaron la casa donde vivía en ese entonces.
Creo que he sido una persona a quién le simpatizan las mascotas. La primera mascota que tuvimos fue un perro de casta grande, de raza indefinida, de color amarillo casi canela. La casa tenía varios cuartos y estaba en un terreno grande Mi padre no quería tener un ser más a quien mantener pero, mis hermanos y yo porfiamos, varias veces al día, todos los días y durante un tiempo largo le hacíamos a mi papá la misma petición: “queremos un perro”, ¿Para qué quieren un perro?” y respondíamos para jugar, todos tienen uno. A mi todavía me parece que fue mucho tiempo el que duramos haciendo la misma petición a mi padre, hasta que mi padre al fin nos reunió a todos los hijos con el señuelo de “a la mejor vamos a tener un perro, vengan cuando se empiece a hacer de noche”; desde media tarde suspendimos los habituales juegos y nos sentamos a esperar para preguntar el color, el tamaño, etc. Ya reunidos, cuando al fin mi padre se acercó a nosotros nos preguntó de un de sopetón 3 cosas. “¿Quiénes van a juntar las mierdas? ¿Quiénes van a ir a comprarle la comida al perro y darle agua? ¿Quiénes se encargarán de mantener limpia a la mascota?” Todos los hijos guardamos silencio y añadió: “si no hay quién cuide al animal; no hay perro” y a algunos se nos salieron las lágrimas; entonces mi padre: tú Jorge irás a comprar bofe 2 ó 3 veces por semana, los cuales eran hervidos para preservar y racionar –no eran tiempos de croquetas ni de refrigerador- y le tendrás agua limpia todos los días, tus hermanas mantendrán limpio de excremento el patio y los más chicos revisarán que el perro no tenga garrapatas, el perro se llamará “Rocky”. Mucho tiempo después supe que este nombre corto, se refería al apellido de mayor millonario estadounidense de aquel tiempo: Rockefeller. Luego vendría el momento triste de llevar el a “Rocky” en un carro de mulas para tirarlo en el basurero; mi padre le había disparado un balazo certero en la cabeza pues había contraído la rabia. Aprendí en esta infancia que las responsabilidades de tener una mascota implicaban tener amarrada la mascota durante el día y soltarlo y jugar con ella sólo de noche y dentro del terreno de la casa, qué los dueños deben alimentar adecuadamente a sus mascotas, que los perros han de permanecer dentro de los domicilios y sus dueños han de mantener aseado su entorno interior dentro del domicilio, y que ha de vigilarse permanentemente la salud de las mascotas.
Con todos estos aprendizajes ¿Por qué tengo de mascota una gata y no un perro? El terreno en las casas de interés social, como es la de dónde vivo, es muy pequeño. Ahora hay que pagar el 16%por el alimento de las mascotas y una macota grande consume mucho alimento; ahora se prefiere razas caninas chicas, de esas que contaminan auditivamente, ladran y ladran la mayor parte del día y la noche, tal vez por hambre; además, contaminan con su excrementos el frente de las casas de quienes no son sus dueños. Para el colmo de males con estos ojos –que no se habrán de comer los gusanos porque ya pedí a mi familia que me cremen- he visto que los amos de perros los sacan de noche para que vayan a excrementar y/o a buscar alimento y aunque son razas de pequeña casta, si de día permanecen fuera de las propiedades de sus amos, pueden representar un peligro para los niños de preescolar que van a su escuela y los causantes principales de contaminación por “cagarrutas” que suelen lucir algunos barrios de nuestra ciudad; poner pimienta en las aceras de nuestras casas para evitar que los animales de los vecinos vayan a dejar su “regalito” es caro.
Luego, “La perrera” de los Servicios Públicos Municipales frecuentemente descompuesta y cuando no lo está, los dueños de los animales impiden que se los lleven y como aliento a esta falta de cultura cívica, no reciben ninguna multa o llamado de atención es como la práctica política generalizada en las ciudades de nuestra entidad y en nuestro país. La fracción I del Artículo 9 del Reglamento de Faltas al Bando de Policía y Buen Gobierno del Municipio de Nuevo Casas Grandes, Chih., establece que: “son faltas o infracciones Contra la Seguridad de las personas y sus Bienes permitir el propietario de un animal que este transite libremente…”
La coronación de nuestra cultura cívica respecto a la contaminación canina (de sólidos y acústica) será llevar a la práctica la supuesta recomendación de una sociedad protectora de animales: poner cuencos con agua y croquetas en las calles para perros vagabundos o que complementando el mensaje de San Francisco de Asís grupos de jóvenes católicos impulsaran el reparto de agua y croquetas en las calles, en lugar de, al menos, hacer campañas para recoger excrementos de perros.
“Defendamos el ecosistema del Río Casas Grandes”.
JuárezDialoga ha invitado a Jorge Domínguez González a colaborar por su compromiso con la educación y las causas justas. Jorge es profesor egresado de la Escuela Normal Superior “José E. Medrano”. Jorge Domínguez es también un reconocido poeta de la entidad. Su trabajo se puede encontrar en www.tolvaneras.blogspot.com donde dice que es un blog que “intenta ser un espacio de reflexión” con sus “apreciaciones de los procesos de enseñanza aprendizaje que se realizan en la subsede” de la Universidad Pedagógica Nacional ubicada en Nuevo Casas Grandes, Chihuahua.