En la entrega pasada se habló de que hay una historia de amor perversa entre el individuo y el Estado donde se vive con la amenaza constante de que cada uno se aproveche del otro. Sin embargo, a la vez se necesitan invariablemente.
También comentamos que el individuo tiene, según Fernando Savater en su libro Política para Amador, una necesidad de pertenecer para lograr identificarse, tener seguridad e incluso definirse ante sí mismo y los demás. Y que aquí entra la pregunta con que se cerró el artículo anterior, “¿qué debe hacer el individuo frente al Estado, pertenecer o sólo participar?”.
Un mecanismo que ha funcionado por años en la política para lograr que el individuo pertenezca a niveles extremos es el nacionalismo. Si la gente dejaba de sentirse identificada con un rey con derecho divino entonces se inventó eso llamado nación, patria o el pueblo para lograr una unidad y un comportamiento social con cierto fin.
Por lo general ese fin es un enemigo exterior contra los nuestros. Llámese el Imperio Yanqui contra la Revolución Cubana; el Pueblo Judío contra el Pueblo Alemán; o el Terrorismo contra la Democracia Estadounidense.
De igual manera otro peligro de pertenecer es la idea de razas superiores o del simple miedo al extranjero. Es decir, si alguien viene de fuera lo vemos raro, si es pobre más, ¿por qué viene aquí? ¿Qué quiere de nosotros, ash?
En el imaginario colectivo juarense justamente vive el pensamiento opuesto al anterior. Es decir, aquí de donde sea que vengas eres bienvenido porque la neta es que las raíces de nuestra familia no están en esta tierra. Así se nos considera como gente noble además de trabajadora. Supongo que esto se mantendrá mientras estemos conscientes de dónde venimos.
Pero bueno estos son peligros de la pertenencia del individuo hacia con el Estado. Lo que nos lleva a pensar que lo mejor es entonces es la simple participación donde cada quien elige si le entra o no. Sin embargo esto lleva también varios peligros.
La manera tradicional es elegir a alguien para que se chutié todas las discusiones y tome decisiones que protejan nuestros intereses mientras cada individuo se dedica a su vida privada.
Pero entonces pasa lo que vivimos en México actualmente y en varias partes del mundo. Esos representantes se alejaron del ciudadano común y comenzaron a hacer y deshacer a sus anchas. A robar, mentir, y jugar el juego del poder sin ver al individuo.
De esa manera llegamos al problema donde decimos que participar en democracia no funciona, no sirve porque al final de cuentas hacen lo que quieren. Y dejamos de lado la crítica, el pensamiento reflexivo y la creatividad para inventar algo nuevo y nos dedicamos a ver la sociedad como algo alejado. Nos desilusionamos y entramos en crisis donde el Estado y el individuo viven totalmente separados.
Para esto, el autor propone que debemos llenar de herramientas al ciudadano común para que pueda vigilar la labor de los gobernantes (transparencia), que hayan castigos ejemplares cuando se les encuentre abusando de su posición y buscar formas diferentes de participar en la vida pública (comités de vecinos, colectivos ciudadanos, agrupaciones laborales, etcétera).
Sin duda para lograr un equilibrio entre lo que es el Estado y el individuo sin que cada uno se aproveche del otro se debe privilegiar y buscar la participación, sin caer en pertenencias exageradas, del individuo en el Estado.
Se escribe fácil y se lee rápido pero sin duda es el reto que tenemos hoy en día. Y el chiste está en cómo afrontaremos ese reto, huyendo o haciendo lo que mejor sabemos hacer como humanos que es inventar nuevas maneras. (Continuará…)
Gracias por leerme,
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JuárezDialoga ha invitado a Michell Vázquez por su compromiso con quienes viven en Ciudad Juárez. Es estudiante de Literatura de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, y trabaja como profesor de secundaria. Escribe cuento, y también realiza un videoblog en you tube titulado Wachate Fany!, dedicado a fomentar la lectura. Fue columnista del periódico Norte por 4 años. Quiere y cuida a su perro Milo.