En agosto de 2010, publiqué este artículo, que sigue vigente…
¿Con que no teneis frayles que enseñen, que arguyan, que gobiernen, que enreden, y que quemen á los que no son de su parecer?—Menester seria que estuviéramos locos, respondió el anciano…
Cándido, de Voltaire
En una familia compuesta por dos mujeres homosexuales y una hija pequeña, se quejaba la madre: “Nosotras somos católicas, ¿Cómo explicarle a nuestra niña el odio que nos tienen y que propagan los dirigentes de nuestra iglesia?. El problema para ella no está en hacer comprender a su hija porqué tiene dos mamás, algo que tampoco ofreció mayores dificultades con los amigos y compañeros de la escuela, sino enfrentar la campaña levantada por los altos dignatarios eclesiásticos en su contra. El temor extremo de estos padres y madres homosexuales es que en los lugares públicos, se empiece por gritarles maricones o lesbianas a sus hijos en el tono de profundo desprecio usado por el cardenal Juan Sandoval Iñiguez y los fanáticos acaben por atacarlos o lincharlos.
Nunca el grueso de los clérigos ha soportado de buena gana los cambios y cada emancipación ha costado a los pueblos “sangre, sudor y lágrimas”. La supresión de la esclavitud y las relaciones serviles, la conquista del conocimiento científico, el reconocimiento de la igualdad racial, la libertad de creencias, el matrimonio civil, el divorcio, la igualación jurídica de la mujer con el hombre, la despenalización del aborto y ahora la unión civil entre personas del mismo sexo con todos sus efectos como el de la adopción, en su tiempo han sido repudiados, satanizados y combatidos con todas las armas habidas y por haber. Cárceles, torturas, hogueras, expulsiones, genocidios, persecuciones, son palabras muy conocidas en el ámbito de aquellos que han tomado como bandera la preservación de la fe religiosa y también en los hogares de sus víctimas. Todos los campeones de la pureza han actuado siempre en nombre de la moral y de los principios dictados por Dios, ambos desde luego, interpretados, escritos y fijados a su vez por los administradores de los dogmas.
Acaso haya de sorprendernos el modo injurioso o insolente usado por el famoso cardenal, más propio de un machito de cantina, con bastante frecuencia sujeto del viejo refrán: “Dime de qué presumes y te diré de qué careces”. Pero, conociendo sus arrestos y vínculos con personajes parecidos –recuérdese al inefable gobernador de Jalisco a quien el prelado le sonreía condescendiente cuando aquel, ebrio, se jactaba en el micrófono “Que buen desmadre traemos Don Juan… que chinguen a su madre mis enemigos”- tampoco deberíamos asombrarnos demasiado. No obstante, vale preguntarse ¿Por qué reacciona con tanta furia la alta jerarquía eclesiástica? ¿Gana la sociedad confinando a las parejas formadas por homosexuales en el closet, infamándolas y discriminando a sus hijos?. Quienes se suman a las posturas del famoso (a lo Eróstrato) cardenal deberían hacerse varias reflexiones:
__- La unión entre personas del mismo sexo es tan antigua como la existente entre heterosexuales. Estas relaciones atraviesan los siglos, civilizaciones, predominios religiosos, culturas y continentes. La variación ha estado sobre todo en las leyes, ora permitiéndolas, ora tolerándolas, ora persiguiéndolas.
__- Si preguntamos: ¿Te gustaría ser adoptado por un maricón o una lesbiana?, (recogiendo el lenguaje edificante del cardenal) debemos extender la cuestión: ¿Y sanado, asesorado, educado o ilustrado, protegido, gobernado, orientado o guiado en alguna confesión religiosa, y…?. Si el juicio, además de negativo implica adecuar al mismo la realidad, entonces habría que purgar colegios de médicos, abogados, ingenieros, profesores, cuerpos policíacos o militares, cardenalicios, conventos, seminarios, parlamentos, gabinetes, partidos, familias…
_- Uno de los aspectos más polémicos es el derecho a la adopción que tiene un matrimonio de personas del mismo sexo. ¿Pero cuántos niños han sido adoptados antes por homosexuales?. Innumerables sin duda. Tengamos en cuenta que entre los trámites para obtener la adopción, no se encuentra el de acreditar alguna preferencia sexual, porque se supone que todos los solicitantes son heterosexuales. Sin embargo, no necesariamente es así. Es sabido que numerosos casados son homosexuales. Los hijos de estas parejas, adoptivos o no, tarde o temprano descubrirán la verdadera identidad sexual de su madre o su padre, lo que puede ser traumático, considerando el contexto de homofobia. Es mejor que la conozcan desde el principio.
__- Se argumenta que los niños adoptivos de matrimonios homosexuales, sufrirán acosos, burlas y discriminaciones en las escuelas. Me recuerda este argumento al de los racistas norteamericanos de hace medio siglo, quienes apoyados en la Biblia se aferraban a sostener la separación de las razas. Además, se encargaban de promover ataques a los educandos negros en las escuelas cuando la Corte de Justicia obligó a la integración mediante un, por entonces, impopular fallo. Vemos las fotografías de una muchacha negra caminando entre una chusma de estudiantes blancos escupiéndola y gritándole. ¿Había que sacar a la afroamericana de la escuela o sancionar y educar a los blancos?. Éstos se tardaron, pero las siguientes generaciones abandonaron el salvaje proceder.
_- También se dice que estos niños adoptivos serán inducidos al homosexualismo. Pero la inmensa mayoría de los homosexuales provienen de familias heterosexuales. Luego entonces, el comportamiento de los padres poco tiene que ver en las preferencias sexuales de sus hijos. Quizá estos padres adoptivos sean incluso más cuidadosos en abstenerse de presionar o inducir a sus hijos para que adopten una determinada pauta sexual, si se considera la dureza y la inutilidad del trato que ellos mismos de seguro recibieron.
La otra vertiente de la polémica desatada por la sentencias de la SCJ, que consideró primero válidos en toda la República los matrimonios entre homosexuales celebrados en el Distrito Federal y luego les atribuyó todas las consecuencias jurídicas, es el de la intervención de los altos jerarcas de la iglesia católica en la política. El vocero de la diócesis de México, incluso llamó a votar en contra del Partido de la Revolución Democrática en las próximas elecciones. Tal condena, puede eventualmente dañar a este partido, pero de inmediato lesiona el derecho que tienen los católicos a votar por la opción política que más les satisfaga. Estos clérigos recalcitrantes, no han asimilado y alguno quizá tampoco comprendido, que –al menos en el grueso de los países-.los miembros de una iglesia organizada son titulares de dos derechos: el primero frente al Estado para que éste respete sus creencias religiosas y el segundo frente a su iglesia, para que ésta respete sus decisiones políticas. Auto elevados al rango de profetas, pretenden tener la verdad en un puño y ya colocados en lo alto, lanzan directrices, órdenes y antemas. De triunfar, terminarían por decidir quién nos gobierna y sustituir la ley general por el dogma religioso. Es previsible que este gobierno sea incapaz de cumplir la ley, pero entonces, somos los ciudadanos quienes debemos repudiar y contener estos intentos de regresar a las épocas oscuras de la intolerancia, hoy más peligrosas que nunca, en presencia de una sociedad casi por antonomasia plural y heterogénea.
JuárezDialoga ha invitado al profesor investigador en historia y doctor en ciencia política, Víctor Orozco, por su trayectoria académica y su solidario compromiso con la sociedad civil organizada. Víctor, actualmente es el ombudsman de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ).