En un escenario como la FIL de Guadalajara también se presentó EPN inaugurando el cerebro y hablando de un libro que el no escribió pero que lo presentó como suyo. Dudo que alguien que sea diverso al PRI haya comprado un ejemplar. Aquella vez hizo el ridículo y fue el recomenzar de su historia como Ciudadano Presidente, porque una cosa fue ganar y otra presentar libros. Atendiendo a que los reflectores de la comunidad intelectual están puestos cada año en ese mercado de letras, Peña se fue a presumir un hijo adoptivo del que no sabía ni su nombre, y claro, nunca falta un reportero mula que lo metió en un serio problema, pues le pidió que nombrara tres de sus libros preferidos, cantinflió y ahí comenzó el concurso de los memes.
Ahora Taibo II superó aquella estupidez que se aventó el presidente Enrique. Taibo es todo lo contrario, si le pides que mencione tres títulos, dirá 300 y el problema será callarlo. A parte de ser un escritor prolífico, es un personaje más izquierdista que AMLO, fundador de MORENA, activista, y defensor de todo aquello que huela a anti-capitalismo. Ignoro si usa celular y si así lo hace, debe de ser venezolano o Norcoreano, no creo que sea Iphone, esos son símbolos del imperio Yankee.
Ya en 1997 declaró “no vamos a andar de putos”. Casualmente en ese año sale al mercado “Dónde jugarán las niñas”, álbum icónico del grupo mexicano Molotov, en el cual se incluye “puto” una de las piezas más socorridas y explotadas por los homofóbicos y conexos de los 90s. Mientras el escenario mexicano hervía con el asunto de las mujeres desaparecidas, los problemas de heteronormatividad se acentuaban, pues en plena entrada del siglo XXI, el ser homosexual era merecedor de insultos, segmentación, discriminación y “matarile al maricón” (Molotov, 1997). La orientación sexual no estaba a discusión, quien osaba desafiar a las leyes heteronormadas se atenía a las consecuencias. La sociedad no estaba dispuesta a ceder, se trataba de sancionar, juzgar y enviar a la hoguera a todo aquel que no se ciñera a esta arquitectura social que tenía (tiene) una gran facturación simbólica.
Ya en estos tiempos, pensar en una relación entre varones implica forzosamente la introducción de un miembro viril en el ano; actitud netamente falocéntrica y freudiana. Se tiene la idea de que una relación homosexual carece de trato emocional o sentimental. Esta idiosincrasia ha sido creada por el sexo dominante: los hombres. Para cierto grupo de población que ha sido educado en la cristiandad, con la idea de que el sexo solo sirve para la procreación y no para el deleite, los homosexuales solo son unos pervertidos o enfermos.
De igual forma, esta idea también es concebida por aquellos homosexuales de closet que se protegen con un caparazón de indudable hombría, para que nadie sospeche de que “me gusta él”, antes de que eso pase, reacciona agresivo, con miedo y con la firme convicción de que odia a los sodomitas. A esto se le llama homofobia, y es una de las formas de discriminación más normalizadas en México, sin embargo es una conducta aceptada y promovida entre la vox populi y los medios de comunicación, en donde el chiste homofóbico humilla, ridiculiza, y se exhibe la orientación sexual con tal de sobajar al semejante. En los partidos de fútbol se le grita “puto” al portero contrario; sea donde sea, el insulto ya hizo historia, y los países que no hablan castellano lo saben, pero los gustosos de ese deporte de las patadas -hombres y mujeres- disfrutan del despeje de guardametas como si fuera un platillo gourmet servido en el Biko.
Taibo, uno de los literatos más productivos del país sacó a pasear su lado más viril, en donde su testosterona explotó como pirotecnia en medio de la Feria Internacional del Libro. Fue un agasajo para sus seguidores que le aplaudieron el dislate de su “inconsciente”, que de la mano de su arrogancia sentenció un pene enorme, que se pliega y es introducido en algún orificio sexual.
Si Taibo es ratificado como el director del FCE, ese será el sinónimo del gobierno que nos espera: una sastrería que confecciona trajes a la medida, no solo de intelectuales…también de “culeros”.
Ramón Quintana Woodstock, es columnista y comunicador en radio. Fotógrafo aficionado. Lic. en Derecho, Psicología y Comunicación.