A corta edad aprendí que la homosexualidad es un estigma, es un pecado o algo en contra de lo “natural”. Entre tantos discursos que escuché por muchos años recuerdo algunos que tienen que ver con JuanGa y su universo afeminado. Recuerdo cuando era adolescente y fiel miembro de la iglesia protestante, en una clase de escuela dominical el hermano nos dijo: “las canciones de Juan Gabriel son satánicas, ¿ustedes creen que se las escriba a una mujer?, ¡por supuesto que no!, son para un hombre y eso es pecado”.
En la escuela, a todo hombre que ostentara características femeninas, en al menos una sola ocasión, se le había llamado JuanGa con el ardiente tono de una pira mataputos. En las presentaciones de payasos o de espectáculos para alumnos (cobraban como 5-10 pesos por salir del salón y ver el show) no faltaba una imitación de Juan Gabriel que despertará todo tipo de alaridos homofóbicos.
En Ciudad Juárez, en una estación local existía una hora dedicada al Divo de Juárez. Siempre intentaba escucharle todos los días, a escondidas, sí, como lee usted, a escondidas porque no quería que supieran en mi familia que admiraba a ese personaje con características poco deseables para la familia (ya había tenido un sinfín de críticas por ser “modosito”). En ese tiempo (y ahora no hay mucho cambio), los recursos económicos no me permitían comprar un cassette original de su música, por lo que grababa sus canciones directamente del radio (uno tenía que estar pendiente para poner pause y evitar grabar los comerciales).
Te sigo amando y abrázame muy fuerte son canciones que recuerdo haber entonado y disfrutado al inicio de estas novelas. En este contexto me enfrentaba a una connotación negativa doble, Juan Gabriel y el hecho de ver telenovelas, tampoco muy bien visto para el género masculino.
Ejemplo tras ejemplo mi relación con Juan Gabriel fue complicada. Ayer leía un comentario que decía que en cierto modo para muchos solamente éramos Juan Gabriel y nosotros contra el mundo. Y sí, al no tener más referentes gay en mi entorno más que lo que presentaban los medios (afortunadas las personas que tuvieron la oportunidad de socializar con y como gays en su adolescencia), éramos él y yo solamente (aunque en el imaginario, porque nunca se declaró como tal… “lo que se ve, no se juzga”).
Al pasar de los años con mi sacada del clóset (porque no salí por voluntad propia) resignifiqué lo que representaba escuchar a JuanGa. Su música ya no me significaba vergüenza o culpa, ésta se volvió parte de ese empoderamiento y aceptación de mi orientación sexual y de mi identidad como gay. Jotear se volvió un acto de placer, de disfrute y nada mejor para hacerlo que con sus canciones. Jotear dejó de ser pecado y paso a ser un acto de resistencia al desconocer las reglas que nos impone un sistema de género normalizador.
Ahora parece que ya no es un tabú escuchar a la JG de Juárez, al menos en mi familia y para gran parte de México. Como ya se ha escrito en estos últimos días, hasta el más homofóbico ha llegado a cantar una de sus canciones. Sin duda, los tiempos cambian (aunque no a la velocidad requerida), pero los recuerdos permanecen.
Gracias Juan Gabriel por haberme acompañado hasta hoy. Yo pensaba también que no nací para amar, pero ahora más que nunca estoy convencido que ser gay es un motivo para dar gracias a Dios por otro día más y hoy como otros días yo seguiré tratando de ser mejor. Y aprovechando la ocasión a tu salud y con harta joteadera:
“Yo me voy a emborrachar
al no saber de mí
que sepan que hoy tome
y que hoy me emborrache, por ti”.
Juárez Dialoga ha invitado a Juan Carlos Mendoza por su trabajo como activista comprometido con la sociedad y particularmente con Ciudad Juárez. Juan Carlos es biólogo, epidemiólogo y candidato a Doctor en Ciencias en Salud Colectiva por la UAM-Xochimilco.. También es activista social en materia de VIH, diversidad sexual y derechos humanos. Ha colaborado en organizaciones locales como Programa Compañeros A.C. Twitter: @MENDOZAJC