Estamos a unas horas para que concluya el 2013, y les deseo que tengan razones sobradas para festejar y para dar a otros y ustedes buenos deseos y nuevas/antiguas metas. Una de mis metas este año es esmerarme para ser un mejor inadaptado, permítanme explicarme.
Comúnmente entendemos la inadaptación como una categoría moral, una sentencia dura ante quien no respeta las normas básicas de convivencia y civilidad, alguien cuyas faltas afectan la seguridad e integridad de otros. Frecuentemente en el uso diario inferimos al denunciar a alguien como inadaptado una falla personal profunda, inclusive quizá irreparable – como cuando se dice “este chico es un inadaptado, su familia le dio escuela y prefirió la mala vida”. No es casualidad que a los centros penitenciarios se les llamara centros de readaptación, estableciendo por título su misión de adaptar a hombres y mujeres cuyas faltas a la sociedad son tan fuertes y constantes que requieren de un proceso de reincorporación a las normas de civilidad de su comunidad.
Bueno pero que ocurre en un lugar como Juárez donde las reglas de civilidad están tan corroídas y deterioradas. Si, hablo de los robos, del miedo, de las casas con grandes rejas y los barrios con guardias, de los asaltos, de la neurosis al conducir por sus calles, pero sobre todo a las tragedias cotidianas que continúan horrorizándonos cada mañana en los encabezados de los periódicos (tanto los amarillistas como en los “respetables”). Si, al igual que muchos, quizá la mayoría, yo quisiera dejar atrás el miedo y la preocupación al salir a nuestras calles, superar las dudas y angustias de estar expuestos a tantas tragedias en los últimos años, y sentir tranquilidad y serenidad viviendo en nuestra ciudad. A la vez intento enfocarme en lo positivo y en los logros de nuestra sociedad, en los héroes anónimos que logran crear grandeza a contracorriente, en lo trabajador de nuestra gente. ¿Acaso la tragedia y la grandeza se contraponen? No necesariamente, ambas condiciones no son mutuamente excluyentes, el reconocer nuestras problemáticas no implica negar los avances sociales por mejorar a Juárez. Bueno pero ya me alejo de mi punto original, hablar de inadaptación tiene sentido siempre y cuando se asume que vivimos en una sociedad con una convivencia sana, con normas claras de civilidad y estado de derecho. ¿Podemos asumir que estas características se generalizan en la ciudad? De no ser así, ¿Qué sentido tiene hablar de adaptación e inadaptación? ¿Estar adaptado a un clima toxico es bueno?
Quiero darle un giro a esta discusión, la cual es una que nos ocupa mucho a psicólogos, la cual es mi profesión. Una de las formas de definir una patología tiene que ver con medir la desviación sobre la norma de una característica personal y que esta genere un grado importante de aflicción. Por ejemplo, alguien con síntomas de ansiedad o depresión a un grado que difiere estadísticamente de la norma, de lo típico de la población, puede asegurarse tiene que un trastorno afectivo. De manera similar, al hablar de adaptación e inadaptación, ¿qué podemos asegurar de la normalidad cuando gran parte de una ciudad como Juárez, donde se enfrenta cotidianamente muerte e inseguridad física y socioeconómica, muestra síntomas de trastornos afectivos? ¿Que acaso en Juárez no es “normal” vivir con síntomas depresivos, de ansiedad, y hasta cierta dosis de sana paranoia? Estos son dilemas complejos, a los cuales no entraré en mayor profundidad porque quiero destacar otra perspectiva, sin embargo quiero destacar lo complicado que es asumir en nuestro contexto que es normal y que es adaptado, y que simplemente no podemos clasificar a las personas entre dos polos.
Quiero compartir el comentario que hizo Fred Newman – creador de la terapia social, una forma de psicoterapia grupal, y la cual practico en mi trabajo clínico y educativo. Newman1 destaca un discurso de Martin Luther King Jr. el gran luchador de los derechos civiles de los afroamericanos en Estados Unidos en los cincuentas y sesentas, y quien fue clave para terminar con la segregación racial en nuestro vecino del norte. En 1963 oficio en Western Michigan University2 un discurso donde cuestiona la idea de la inadaptación en la psicología de su tiempo. King3 declara está orgulloso de ser un inadaptado a ciertas situaciones en su contexto local y mundial, y que no tiene intención alguna a adaptarse a una sociedad que discrimina y que es intolerante, que mantiene diferencias de clase abismales, a una sociedad que violenta. Newman destaca que las y los terapeutas tendríamos que valorar la tan acertada critica de King, ya que muchos de los síntomas de dolor y sufrimiento en pacientes que asisten a terapia emergen de situaciones sociales graves de desigualdad, violencia institucional, de discriminación, de alienación, de exclusión. Newman menciona como las y los terapeutas tenemos una responsabilidad moral de no apoyar a las personas a adaptarse a estas condiciones, y lo que es más, como indica King, hay que ser inadaptados que trabajan, luchan, se organizan para cambiar estas condiciones. Para Newman una buena terapia es la que ayuda a los pacientes a cambiar estas condiciones desde lo cotidiano y desde las posibilidades y recursos de cada quien. Aunque son comentarios relativos a la terapia, creo que tienen relevancia urgente en nuestra ciudad.
Es en este sentido entonces que quiero luchar por ser un inadaptado este próximo 2014, y quiero invitarlos a serlo conmigo. No adaptarse a una ciudad donde la muerte aun es cotidiana, donde aun están por resolverse tantas muertes tantos duelos, donde aún existe una profunda y descarada deuda relativa a los feminicidios, donde son evidentes los abusos de autoridad, los abusos gubernamentales, donde el desarrollo económico y social tiene una visión a corto plazo y al beneficio de unos cuándos, donde la planificación urbana de la ciudad sirven a caprichos e intereses obscuros. El solo considerar esta lista parcial de pendientes y problemáticas locales son suficientes para deprimir a cualquiera, y por tanto es comprensible el deseo de voltear esta obscura página en la historia de la ciudad, el querer convencernos que las ciudad si se rescató durante la administración pasada, y que ya es suficiente de noticias malas e ignorarlas. Es comprensible nuestro ánimo por adaptarnos a nuestro contexto, a pretender que no nos molesta que ni siquiera las líneas viales están bien trazadas después de tantos millones en la “modernización” de las calles, o de que cualquier momento una noticia trágica sacudirá nuestro frágil sentido de seguridad. Es comprensible mas no justificable si es que habremos de cambiar la ciudad.
Para comprender la invitación de King a ser inadaptados tendremos que adscribirnos a una visión donde el cambio social y político lo hacemos gente ordinaria, y que la suma de acciones organizadas tiene un impacto. Esto es inadaptarse, y sé que es posible porque lo he visto en jóvenes universitarios que entregan su corazón y cambian vidas de niños y adolescentes en su servicio social, en escuelas donde maestras y maestros retan el estereotipo de docente flojo y atenido cuando se entregan a su labor asegurándose que sus chicos salgan adelante, de empresarios que apoyan causas sin esperar que se les reditúe, de un voluntariado activo que apoya a sectores invisibles en la sociedad como lo son niños y niñas con discapacidad, y a una ciudad trabajadora que hizo de un desierto desolado uno de los centros de producción más importantes del planeta, de ciudadanos que no se intimidan al declarar abusos, ya sea en protesta abierta o en su negativa a pagar una mordida, o con las personas que ante la pérdida de un ser querido se animan a hablar, a buscar ayuda, y a compartir su dolor con otros que pasan por lo mismo. Hay miles de formas de ser inadaptados, de demostrar con acciones nuestro alcance y posibilidad con creatividad, con dialogo, y con organización, y así dejar en claro que no estamos dispuestos a conformarnos con el estado actual de nuestra ciudad. Si, celebremos lo que está bien en nuestra ciudad, y también aceptemos sin reservas nuestros grandes pendientes, por muy dolorosos y frustrantes que sean, con acciones ciudadanas que no por pequeñas son insignificantes. Que la inadaptación sea nuestra terapia.
1. Where is the Magic in Cognitive Therapy? (A philo/psychological investigation)
2. Martin Luther King, Jr. on Creative Maladjustment
3. Video de King ofreciendo el discurso con subtitulos en español
JuárezDialoga ha invitado a Miguel Cortés Vázquez por su compromiso con la sociedad de Ciudad Juárez. Miguel busca crear ambientes de crecimiento personal y grupal desde su trabajo como docente y maestrante en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, su trabajo comunitario en el Centro de Asesoría y Promoción Juvenil, y en un proyecto independiente de terapia grupal y performativa en el Centro Fred Newman para la Terapia Social. Miguel, también dedica su tiempo libre a la música, es pecusionista, con grupos de musica folklorica latinoamericana y rock acustico. Para conocer su proyecto visitar http://www.centrofrednewman.org/