En la serie de televisión The walking dead, basada en el cómic de Robert Kirkman y Tony Moore, vemos un Estados Unidos (porque es lo único que vemos) asolado por zombies, quienes, después de morder a un humano vivo, lo convierte milagrosamente en uno de ellos, convertidos ahora en una pandemia incurable: cazadores infatigables de carne humana, con pieles grisáceas y completamente inconscientes de sus acciones (hasta cierto punto, claro). Son seres humanos en un estado confuso entre la vida y la descomposición, destructores de todo lo que tocan y muerden.
En el momento en que escribo esto, la serie narra la situación de un grupo de personas tratando de sobrevivir a la invasión zombie hospedándose en la granja de una familia que ha logrado mantenerse apartada de todo lo que pasa, mientras Lori, la esposa del personaje principal, un policía que quedara en estado de coma antes de la invasión y que despertara con el mundo ya hecho una caos, está embarazada.
El hilo de la historia se desarrolla en el dilema de si debe o no tener el hijo que espera, el cual parece ser suficientemente convincente en el mundo y país en el que viven: el primer mundo capitalista, con tarjetas de créditos y automóviles lujosos, que ahora es apodera por seres que lo menos que les interesa es comer en McDonals o comprar ropa cara.
Sumado a esto otro dilema surge representado por la hija depresiva del dueño de la granja: ¿para qué seguir viviendo en un mundo sin esperanzas? Su intento fallido de suicidio le despierta las ganas de seguir luchando junto a los pocos amigos y familiares que le quedan.
Este escenario es similar a lo que Slavoj Žižek escribiera en su serie de ensayos sobre la película Matrix, relacionándolos con el ataque al World Trade Center en 2001 (el 11/9). El ataque a las torres gemelas, algo convertido en un fenómeno mediático mundial en el momento que ocurría, es la realidad con la que viven muchísimos países en el mundo: ataques terroristas constantes, amenazas, miedo, destrucción, muertes en cifras aplastantes. El 11/9 no es nada más allá de lo que sucede fuere de las murallas de Estados Unidos y Europa, dice Žižek, porque más que mostrar en lo que se ha convertido el mundo, sólo destapó las cortinas que por mucho tiempo estuvieron cerradas para los países más desarrollados. Como Morfeo le dice a Neo en la película Matrix al ver el mundo desolado como realmente es “Bienvenido al desierto de lo real”.
Ese mismo dilema se plantea en la serie cuando vemos a los personajes deambular entre vivir o morir ¿Se harían las mismas preguntas los refugiados en Somalia, o los colonos palestinos excluidos y discriminado, o los nadie que viven en la pobreza extrema (aproximadamente mil millones, casi una sexta parte de la población mundial)?
Los zombies insaciables, reflejo de los ciudadanos que han sido devorados por esa transformación terrible, quienes no parecen seguir las reglas del mundo de los vivos, son, realmente, el virus del mundo. En las varias capas de maquillaje que portan los zombies que circulan por los episodios, y una producción que ha logrado posicionar a la serie de televisión con un rating bastante decente, también podemos encontrar el develo de la pesadilla del primer mundo: nos hemos convertido en lo que hemos provocado; nos hemos convertido en lo que nos mantuvo en la riqueza.
El mensaje más claro es cuando se descubre que los dueños de la granja guardan a sus familiares convertidos ya en zombies en un granero, alimentándolos con gallinas vivas. Este esfuerzo muestra la humanización de lo inhumano. Aunque no son capaces de entender el mundo que han dejado atrás, lo seguimos tratando como si nada hubiera cambiado. El problema es que ese mundo ya ha cambiado, no en algo nuevo (el tercer mundo lo sabe bien), sino en algo que no se habían acostumbrado a vivir. Las preguntas que surgen sobre la vida y la muerte son la oración diaria de la mayoría de las personas del planeta.
Juan Manuel Fernández Chico es co-fundador del Colectivo Vagón y director de la película El Heroe. JuárezDialoga lo ha invitado a participar por su compromiso con el trabajo colectivo en el quehacer artístico en Ciudad Juárez.